MARINA RIVAS
Sábado, 18 de julio 2020, 00:02
El pitido final más emocionante de la temporada, los tres puntos más satisfactorios y dos goles de oro que valen por toda una permanencia, la mejor de las recompensas para la más complicada de las temporadas. Este viernes, al fin, todo el sufrimiento pareció ... merecer la pena. Salió exultante, rebosante de felicidad el técnico del Málaga, Sergio Pellicer, a rueda de prensa, con su polo azul de la suerte y la camiseta sudada de un jugador, que dejó en la silla de su derecha. «La camisa es un gesto, viene sudada del campo porque va pegada al corazón, representa que lo han dado todo, con lo que han vivido. Aquí lo que vale es el colectivo y el colectivo lo que vale es para salvar esta situación», explicó.
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Este, ante el Alcorcón, era un duelo de tensión y se palpaba en el aire desde el primer minuto, pero el equipo ya estaba acostumbrado a sufrir. Así lo valoró el entrenador, haciendo balance de la campaña: «Han sido muchas emociones por todo lo que se ha vivido este año, desde el primer momento nos hemos dejado la vida, el día a día de trabajo con muchísimos obstáculos, los visibles y los invisibles… Hay que darle las gracias a los jugadores, desde el primer momento les dije que había que pensar en fútbol y ellos creyeron. Ha habido un sufrimiento diario, un desgaste brutal, expulsiones, acciones, post-covid, bajas, etc. Cada día era una situación. Sabíamos que era uno de los partidos más importantes de su historia».
Reiteró Pellicer, emocionado: «Nos hubiese gustado que nos se hubiera sufrido de esta manera». Sobre todo haciendo alusión a la afición. Sin embargo, añadió que este sentimiento forma parte del ADN malaguista: «El coraje es cuando alguien está en el suelo y se levanta porque es capaz de ganar. El desgaste físico es bestial, pero jugador del Málaga no puede ser cualquiera, esto exige una presión, porque es un club histórico. Hay situaciones en las que llegan al límite y ellos han respondido». Relató en su comparecencia que la presión de sus jugadores se transformó en lágrimas de alegría sobre el césped tras el gol de Tete.
Sin duda, el momento de la liberación. «Han pasado muchas cosas este año, hay que darle gracias al cuerpo técnico anterior. Después del post-covid, la competición se está haciendo muy larga, por la situación de la plantilla que hemos tenido de doce profesionales en ocasiones con las ayudas del filial. Sentimos liberación. Este grupo se ha levantado antes situaciones que otros no lo hubiesen hecho, ha sido un máster. Yo me pellizco todos los días por estar donde estoy, por ser entrenador del Málaga», recordó. Se queda con la entrega de los suyos, y no sólo de los jugadores, también de todos los trabajadores del club, algunos de los cuales les tocará despedirse.
Un año complicado para estrenarse al frente del banquillo de un club histórico y abonado a la agonía. «Esto es un aprendizaje continuo, para mi ha sido un Máster, para mi y para todo el cuerpo técnico. Desde el primer momento en que pisé el vestuario, los jugadores creyeron, y eso que yo subía del filial, pero ellos escucharon, observaron y me quedo con eso. No soy el mismo entrenador que hace 4-5 años y no será el mismo de aquí a otros 4-5 años, tenemos que ser camaleónicos, pero al final los importantes son los jugadores». Y añadió, como consejo para el próximo año: «A partir de ahora deberían sentarse unas bases, lo más importante es que aprendamos de los errores y busquemos soluciones. Tenemos que ser exigentes, profesionales. Este año ha sido un sufrimiento, pero al final hay que disfrutar, porque ha sido muy duro».
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