Pellicer equivoca el guion
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El Málaga sufre una excesiva dependencia de los extremos, pero los laterales fueron relevados, el dúo de ataque cambió tras el descanso y los medios centro también fueron 'sacrificados'Secciones
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El Málaga sufre una excesiva dependencia de los extremos, pero los laterales fueron relevados, el dúo de ataque cambió tras el descanso y los medios centro también fueron 'sacrificados'Pellicer equivocó el guion. El Málaga no encuentra el rumbo en La Rosaleda y encadena decepción tras decepción en una dinámica demasiado preocupante. Esta vez volvió a quedar patente su dependencia de la claridad de ideas de los extremos, pero tampoco puede quedar en ... el tintero que los dos laterales acabaron sustituidos, que los dos medios centro tampoco completaron el partido en su posición y que la pareja de ataque cambió tras el descanso.
No es el Málaga un equipo que sepa manejar los partidos en La Rosaleda. Cualquier rival que comparece en Martiricos le crea peligro sin esmerarse mucho. Se limita a aprovechar la fragilidad propia de un equipo desmadejado y 'largo'. Ese bloque compacto que agrada a domicilio se torna un espectro, deslumbrado además cuando se ve en la obligación de dar un paso al frente, de exponer, de asumir.
De mitad de campo hacia arriba la alineación ya es más o menos reconocible, pero la apuesta de Sergio Pellicer resultó esta vez fallida. No se entiende que la aparición de Caye Quintana –poca aportación cara al gol, pero mucha más en el juego– suela producirse tras el descanso, lo que conlleva habitualmente el paso atrás de Cristian, a la zona medular, dadas las muy escasas prestaciones de la pareja formada por este y Chavarría.
Porque el Málaga ha entrado en una dinámica de clara dependencia de los extremos y eso supone tanto riesgo como que un equipo de baloncesto lo fíe todo al nivel de acierto en los tiros de tres puntos. Casi una lotería. Y Joaquín y Rahmani no pasan por su mejor momento. El malagueño busca siempre la misma jugada –cuando no opta por el más difícil todavía por el camino más complicado–, así que esta vez su paisano Iván le tomó la matrícula demasiado pronto. Le dejó siempre salida a su zona natural, hacia fuera, y luego le apretó para evitar el centro o la incursión en el área. De Rahmani, más de lo mismo. Es un futbolista más de empuje que de desborde y se le vio con poca chispa. Incluso, apenas apareció por dentro.
Es cierto que el Malaga encajó el gol superado al cuarto de hora en una segunda jugada tras un córner y, además, en una acción de gran calidad de Sielva en el golpeo. No obstante, cada vez que la Ponferradina superó la débil primera línea de presión blanquiazul se encontró un campo abierto. No es casualidad que llegaran las amonestaciones de Lombán, Mejías y Luis Muñoz. Y en ese aspecto contribuyeron a la sensación de fragilidad los dos medios centro. Luis Muñoz y Ramón no aportan consistencia y, como consecuencia, el granadino se quedó en el descanso en el vestuario y el malagueño retrasó su posición para sumarse como tercer central en la reestructuración que llevó a cabo Pellicer superado el ecuador del segundo periodo. Luis Muñoz estuvo habitualmente fuera de sitio mientras que Ramón se ha convertido en un jugador que no supera líneas y con preocupante tendencia al intrascendente pase horizontal.
Tras el descanso Pellicer quiso dar la vuelta a la tortilla con cambio de ingredientes, con nuevas parejas al timón del equipo (Luis Muñoz-Cristian) y en ataque (Caye-Chavarría), pero posteriormente se produjo ese reordenamiento táctico que deparó otro detalle muy llamativo: la ausencia de los dos laterales. Porque tampoco la apuesta de Pellicer por Mejías en la derecha y Alexander por la izquierda dio frutos. El primero, porque no es lateral y se le vieron sus carencias ofensivas con el marcador en contra (amén de sus incorregibles muestras de exceso de confianza), y el segundo, que ni siquiera salió tras el descanso, porque a pierna cambiada fue demasiado fácil de neutralizar.
Con el 3-4-3 el Málaga tuvo más control y hasta rozó el empate en un remate de cabeza de Rahmani que repelió Caro, pero la pareja Jozabed-Cristian en la medular tampoco es que garantizara contundencia. La sola presencia de Yuri reactivó a la Ponferradina. Si el brasileño no se hubiera topado primero con el palo y después, en dos ocasiones con Dani Barrio (en la última hasta brilló en una doble intervención), la humillación habría sido mayúscula. Enfrente, el último recurso fue Orlando Sá, ya en la agonía del partido, que ni llegó a tocar el balón...
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