Sergio Pellicer cumple un año como entrenador del Málaga. El exfutbolista blanquiazul, de 47 años, cumple su deseo de consolidarse al frente del equipo blanquiazul y sueña ya con ascender a Primera la próxima temporada, aunque, en una larga entrevista a este periódico, ... se muestra también realista sobre la situación actual del equipo y sus objetivos a corto plazo. El técnico, sin embargo, también confiesa que hubo momentos críticos en estos meses tan complicados, en los que temió por un descenso.
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Repasa los cuatro acontecimientos que marcaron, al margen de los resultados, su año en el Málaga: el despido de Víctor, la llegada del administrador, la aparición de la pandemia y la puesta en marcha de un ERE a ocho futbolistas. Después de superar todos los sobresaltos y evitar que el equipo pudiera precipitarse a un descenso (ya fuera deportivo o administrativo), la meta ahora se centra en la permanencia para pensar de inmediato en crecer. El técnico, que finaliza su contrato al final de temporada y no ha renovado, entiende que su relación con el club es óptima y que no tendrá problemas para este asunto, si bien admite que Segunda es una trituradora de entrenadores, lo que impide que estos contratos se alarguen mucho.
-Ahora que se cumple un año de su debut en el banquillo como primer entrenador. ¿Se han cumplido sus expectativas?
-Siempre he dicho que el primer día que llegué lo afronté con la idea de preparar el partido ante la Ponferradina, sin mirar el siguiente por las circunstancias en que llegábamos. A partir de ahí ha sido una trituradora. Hemos pasado por diversas situaciones deportivas y personales, pero quién nos iba a decir que después de un año íbamos a estar aquí, y lo importante es que superamos una situación crítica. Creo que con el tiempo se valorará por las situaciones deportivas, e incluso internas, que se supo gestionar y que, con la ayuda de todos, el equipo salvó la categoría. No hay que irse muy lejos para ver equipos históricos que descendieron y la situación en la que están. El balance en todo es positivo y, sobre todo, hay que seguir trabajando con la misma humildad y con la misma pasión con la que llegamos el primer día, sabedores de que el pasado es para recordarlo, pero que el presente está para mejorar. Para mí es un orgullo y un sueño poder entrenar al club en el que estuve como jugador y en el que me formé como entrenador de cantera. Además, mi familia es malagueña. Es lo máximo y lo que uno no podía ni imaginar. Quiero seguir trabajando con la máxima humildad para conseguir los objetivos. Hasta ahora nos habremos equivocado, indudablemente, pero por entrega y por trabajo no se nos puede achacar absolutamente nada, porque lo estamos dando todo. Podríamos estar mejor, pero también podríamos estar muchísimo, muchísimo peor. Tenemos que ser inconformistas y ambiciosos, conscientes de que podemos mejorar.
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Antonio Góngora Borja Gutiérrez
-Durante el año se han vivido cuatro acontecimientos críticos para la marcha del equipo. ¿Cuál de ellos fue el más complicado o el que más afectó al equipo: la salida traumática de Víctor, la llegada del administrador y que el jeque quedara apartado, la aparición de la pandemia o, por último, el ERE a los jugadores en el arranque de la actual temporada?
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-Los cuatro fueron momentos muy delicados. Quedarse con uno sería tremendamente difícil e injusto, porque cada uno requiere de un análisis extenso. Primero está el tema de un compañero. Ya dije en la primera rueda de prensa que no se tiene que repetir una situación como aquella, al vulnerar la intimidad de una persona. Era un tema extradeportivo. Con la llegada del administrador se vivieron situaciones en las que se observó que en el club teníamos ilusión y también que íbamos a mejorar. Fue como una pequeña luz, pero sin saber realmente lo que iba a ocurrir. El ERE también fue un tema extradeportivo que se tuvo que gestionar de forma totalmente diferente. Me voy a quedar con el tema más crítico a nivel deportivo, que fue la pandemia, porque llegó cuando el equipo estaba mejor y por la gestión que hubo que hacer cuando volvimos. Fue el momento crucial para que estemos aquí, hablando, y también compitiendo en esta categoría y buscando los objetivos. Fue clave porque cuando volvimos tuvimos la lesión de Luis Hernández y varias sanciones. Es verdad que sólo perdimos dos partidos, pero el equipo empató los primeros y hubo momentos críticos en los que cada partido era una final. Me centro sobre todo en el día del Deportivo, que era clave para nosotros. Conseguimos una victoria que, sobre todo, nos hizo ver la luz y creer que el objetivo se podía conseguir. Los otros tres momentos también fueron muy críticos, pero se supo gestionar y, gracias a Dios, cuando empieza a rodar la pelotita y los resultados son positivos se olvida todo lo extradeportivo.
-¿En algún momento se arrepintió de haber aceptado el cargo? ¿Estuvo alguna vez cerca de tirar la toalla?
-Recuerdo que fue un sábado por la tarde-noche cuando estaba preparando un partido del filial contra el Alhaurín y me llamó Manolo Gaspar. Lo primero que hice fue pensar en preparar el partido, porque por encima de las personas estaba el club y este necesitaba una persona de la casa, interinamente. Todo el mundo lo sabe. A partir de ahí ha habido momentos difíciles, está claro, sobre todo después del Covid. Hubo situaciones internas difíciles de gestionar, pero siempre antepuse el colectivo y el Málaga Club de Fútbol. Es verdad que esto desgasta mucho y que el entrenador necesita mucha energía, pero la gente que he tenido alrededor ha hecho que tuviera esa energía muy arriba. Yo venía de abajo, de la cantera, y el año que estuve ayudando a 'Gato' Romero y a Míchel aprendí muchísimo, porque al estar como ayudante observas y estás muy atento. En ese aspecto fue un máster, y por eso desde el primer momento intenté que el jugador se centrara exclusivamente en el fútbol cuando saltara al campo. Para mí los futbolistas son los más importantes de este negocio. Hubo momentos de duda, aunque la duda hace mejorar, y siempre los afronté con mucha fuerza.
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-Hace poco apuntaba que el cuerpo técnico también sufre muchas cosas que no se ven y que debe tragárselas. ¿Hasta qué punto valora el desgaste físico de este año y también el crecimiento profesional?
-El entrenador envejece, pero no por las arrugas o por las canas, que yo tengo muchas de estas, sino por las ilusiones, el trabajo, la pasión y la energía que tiene. Este es un trabajo de mucho desgaste. Al llegar, tenía la ventaja de que conocía el club desde abajo, desde La Academia, y a todas las personas. La temporada siguiente de estar como ayudante tuve que salir sin ninguna explicación, pese a que parecía que me iba a quedar, y lo hice en silencio. En el Fabril, igual, porque por encima de todo y de todas las personas, está el club. Yo se lo digo muchas veces a los jugadores. El entrenador toma decisiones y ellos pueden enfadarse con el entrenador, pero no con el club, con lo que representan. Las personas tomamos decisiones en un momento determinado, pero pasamos. Las palabras hay que usarlas bien, porque son armas y, si no las usas bien, son fuego. Nosotros hemos antepuesto siempre las decisiones globales a las individuales. En las ruedas de prensa intento transmitir un mensaje para que el jugador esté tranquilo, que es al fin y al cabo lo importante. A veces tienes ganas de decir algunas cosas, pero hay que mantener la tranquilidad. No todo es de color de rosa. Hay cosas internas en las que tenemos diferencia de criterios, pero siempre se tienen que hacer buscando lo mejor para el club.
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-Ha aludido a que hizo un máster como ayudante. Ahora que ha dado el salto a primer entrenador y en una categoría profesional, ¿qué pesa más en el papel de un entrenador, el aspecto táctico (planteamiento, sistema, cambios), el psicológico con los jugadores o el de conductor de grupo?
-Creo que todo eso debe estar metido en una coctelera. Tuve la gran fortuna de empezar en esto como segundo, como ayudante. Cuando empecé, estuve con Vicente Borge, que fue compañero mío en el Cádiz y que estuvo en el Villajoyosa; también con Josip Visnjic, después con Nacho Martín, con 'Gato' Romero, con Míchel... Al final traté de aportar de todo: conocimiento del juego, gestión del grupo, conocimiento de la gestión de la incertidumbre, que es todo lo que rodea al 'verde', y el tema táctico. Cada uno de esos entrenadores me ha aportado algo y en ese aspecto en el último año con Míchel se trataba de aportar un poco de todo. Hoy en día depende mucho del grupo. Los entrenadores no podemos ser cabezotas en un momento dado. Lo primero que hay que hacer es observar y analizar antes de tomar decisiones. Lo que hicimos cuando llegamos fue observar y ver lo que necesitaba el grupo para ahuyentar todas las cosas que se hablaban y que no eran relativas al fútbol. El respeto tarda mucho tiempo en ganarse y después se pierde en una décima de segundo. ¿Y cómo te ganas el respeto del grupo? Primero trabajando, luego con el conocimiento del juego, y finalmente con la gestión. A partir de ahí cada grupo necesita algo distinto. Creo que el Madrid no necesita el mismo entrenador que necesita Osasuna, por ejemplo. Es otro perfil de jugadores. La temporada pasada teníamos un perfil de jugadores y ahora tenemos otro. La temporada pasada lo gestionábamos de una manera y ahora lo gestionamos de una forma parecida, pero con ciertos matices que creo que nos deben hacer mejorar. El otro día escuché a Mendilibar y creo que tenía muchísima razón sobre los entrenadores más antiguos, los que utilizan nuevas tecnologías... Todo debe ser una mezcla. Intentamos estudiar para ser mejores a nivel de entrenamientos, en lo técnico-táctico, pero, sobre todo, de gestión de grupo, porque es esencial. Pero si no hay detrás un conocimiento del juego y de la gestión de la incertidumbre.... Muchas veces un partido se gana por lo que el entrenador traslada fuera del campo a los jugadores.
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REFLEXIÓN
BALANCE
SU LLEGADA
-¿Vio la pasada temporada peligro real de descenso, ya fuera por cuestiones administrativas o por rendimiento del equipo?
-Sí, está claro. En el tema deportivo hubo momentos de dudas, porque había muchísima igualdad y teníamos los profesionales justos. Fuimos al campo del Rayo Vallecano con sólo 11 profesionales jugándonos lo que nos jugamos. Estábamos en el alambre. Vivimos en el alambre continuamente y eso nos ha hecho más fuertes. A nivel deportivo tuvimos esas dudas de que no nos respetaran las lesiones, de que no pudiéramos recuperar a jugadores importantes en esa última fase, de que futbolistas que no estaban contando pudieran ofrecernos rendimiento. Hay que recordar que en el partido contra el 'Depor' hicimos un triple cambio en el que salió Rolón, que no estaba participando. Y lo hizo en ese partido tan importante. Buscamos que todos los jugadores estuvieran preparados. En el tema institucional, con la llegada de José María (Muñoz), cuando llamaron a los capitanes a La Rosaleda y yo fui con ellos, en la primera reunión nos transmitió tranquilidad y, sobre todo, vimos que había un sentimiento. Y cuando se hace con sentimiento se nota enseguida y se transmite. Por eso no percibíamos que iba a haber peligro y que debíamos centrarnos en lo deportivo, que era lo tremendamente importante.
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-De todos los partidos que ha dirigido este año, ¿cuál destacaría por ser el que más le gustó? ¿Y el que menos?
-El que más me gustó, y por las circunstancias en las que íbamos, fue el que jugamos en Cádiz. Esa semana había mucho ruido alrededor de todo lo exterior, y fueron unos días tremendamente complicados. De hecho, a la siguiente semana se intervino el club. Me acuerdo perfectamente. Se hablaba mucho de lo institucional y mientras íbamos a la casa del líder, y nadie daba un duro por nosotros. Por todo creo que fue nuestro mejor partido, por la confianza que demostramos. Y el peor partido fue, indudablemente, el del Elche fuera de casa. No estuvimos nada bien. Fue mi cuarto partido y me generó muchas dudas, porque dimos una imagen que no era real. Pero vi, que a pesar de todo lo sufrido, el grupo estaba capacitado para sacar la situación adelante, porque hablamos claro de todo y ofrecimos una reacción brutal. Tanto que cuando ya tuvimos que parar por la pandemia, el equipo tenía una marcha distinta. Antes del partido contra el Zaragoza (aquel famoso 8 de marzo), donde no merecimos perder, el equipo volaba. No teníamos lesiones y los jugadores estaba liberados. Añadiría el del Zaragoza como uno de los mejores como ante el Cádiz, aunque indudablemente, repito, los más importantes fueron ante el Deportivo y el Alcorcón.
-Cerrando el capítulo de la temporada pasada y abriendo el de la actual, ¿cómo fue, desde el rol del entrenador, asistir a la construcción de una plantilla completamente nueva? ¿Intervino junto con Manolo Gaspar en los fichajes?
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-Lo bueno de mi relación con Manolo es que es muy directa a nivel personal y profesional, y cada uno sabemos el lugar que nos corresponde. Creo que los entrenadores que quieren intermediar en los fichajes son malos. Los técnicos tenemos que estar libres para hacer una alineación. Los jugadores son patrimonio del club y no de los entrenadores. Independientemente de que luego opinemos sobre si conviene más o menos para el modelo del equipo. Siempre dar su opinión, eso sí. Un ejemplo fue en la primera charla después de las vacaciones, donde el primer nombre que salió fue el de Alberto Escassi. Le dije que era un perfil propicio y él pensaba lo mismo. Fue el único del que le hablé directamente. Siempre fui informando de los fichajes, pero yo sólo opinaba. Él era el que tomaba las decisiones. A partir de ahí, sinceramente, fue muy complicado ir poco a poco formando el equipo y el grupo. Fue como un puzle. En pretemporada empezamos con mucha gente del filial y jugadores que sabían que tenían que salir. Futbolistas que queríamos que se quedaran, pero tuvieron que salir, como los casos de Mula o Keidi. Y luego, que los nuevos jugadores llegaban a cuentagotas. Lo que aprendí con Míchel y 'Gato' Romero fue a mirar el presente sin pensar en el futuro. Lo único que hacíamos era trabajar en el día siendo muy claros y transparentes con todos. Luego hemos tenido la suerte de que ha venido un grupo humano muy sano y que tiene mucha hambre. Pero que es difícil, y durante la temporada hay tres momentos muy críticos. El primero es cuando se hace la primera convocatoria y la primera alineación. Luego, a los dos meses, cuando hay jugadores que participan menos. Y luego otra, que es la que tenemos ahora, que es en el mercado de invernal. Son momentos en los que hay que hablar claro. En este sentido, estos mismos días hemos hablado claro con la plantilla, que somos los que somos y los que vamos a estar hasta final de temporada. Y que no debe de haber enfados, sólo trabajo, trabajo y trabajo. Todos no van a poder jugar todos los partidos, pero sí necesitamos de todos los jugadores en el momento que tengan que salir. Es un máster continuo.
-¿Confirmado entonces que no va a salir nadie y, por lo tanto, tampoco habrá ninguna llegada?
-En principio, y por lo que he hablado con Manolo, seguiremos siendo dieciocho fichas profesionales, más la gente del filial, y no habría nada más. Nos hubiera gustado tener la opción de una ficha más y hacer profesional a un canterano de los que están siempre con nosotros, pero la reglamentación está hecha de esta manera. No nos queda otra que seguir con la misma ilusión y la misma entrega que estamos teniendo.
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-Después de estos primeros veintiún partidos de Liga, ¿destacaría a alguno de sus jugadores por su evolución?
-Lo bueno de esta primera vuelta es que hemos podido ver participar a todos los jugadores. Unos con más y otros con menos minutos. Sería injusto nombrar a un jugador por encima de otro. Para mí, de lo que más me enorgullezco es por el grupo de trabajo. Sobre todo de los chicos de abajo, con los que incluso soy demasiado exigente con ellos. Pero he visto un crecimiento de algunos que me ha sorprendido. Por ejemplo, el caso de Ramón es muy claro. Ha dado un paso adelante para ser mejor jugador. Y lo ha dado gracias al trabajo constante. No se debe de quedar ahí y cada día de entrenamiento supone una evolución.
-Los jugadores coinciden en que el vestuario ha conseguido crear un ambiente casi familiar. ¿Hasta qué punto influye en este asunto el hecho de que haya un cuerpo técnico de la casa?
-Creo que eso ha sido clave. Todo el cuerpo técnico transmitimos pasión e ilusión. Los futbolistas para nosotros son como hijos adoptivos en el día a día. Es muy importante que reciban lo que transmitimos. Cuando llegan ven que estamos aquí preparados para ellos y que trabajamos constantemente. Además de todos los mensajes que enviamos en las charlas y a nivel particular. Siempre vamos por el mismo camino. Es cierto que cuando vienen momentos malos es cuando debemos estar más fuertes. Cuando nos encontramos bien todos nos llevamos bien, pero en los peores escenarios es cuando se ve la verdadera familia.
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-La pandemia está afectando a todo el mundo, también al fútbol. Ha traído mucho sufrimiento a nivel personal y a todos los sectores profesionales. ¿Cree que cuando todo esto pase habrá cambiado el fútbol o piensa que podremos volver a lo que era?
-Creo que esto nos ha cambiado y va a ser muy complicado volver a la normalidad. Creo que habrá cosas que no van a volver y se van a mantener normas muy estrictas en cuanto a protocolos. Va a tardar mucho en volver a ser lo mismo que antes de la pandemia.
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fichajes
PRIMER RETO
-Tras la venta de jóvenes del filial y la utilización de otros muchos en los momentos más complicados el último año, una vez que el Málaga consiga remontar el vuelo ¿se podría decir que la cantera fue la gran salvadora?
-La cantera supuso un gran porcentaje del momento histórico que vivimos el año pasado. Estábamos en el alambre y conseguimos el rescate. Indudablemente. Hay que recordar que contra el Deportivo, que llegaba casi salvado, acabamos con Luis Muñoz, Hicham, Juande e Ismael, todos de la cantera. Pero me quedo con la predisposición y el rendimiento que han dado en momentos de un estrés tanto emocional como deportivo enormes. Creo que fue el mayor aprendizaje para ellos y un ejemplo para todos los jugadores jóvenes que vienen de abajo. Ahora hay un gran patrimonio, pero tienen que seguir. Cuesta mucho llegar y luego ya no te ven como a un canterano, sino como uno más.
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-Usted finaliza contrato al final de temporada, ¿se ha hablado ya de su renovación de cara a la próxima temporada?
-No. El otro día miraba la estadística de Segunda y, exceptuando a los equipos que han ascendido este año, además de Bolo (Ponferradina) y Pepe Mel (las Palmas), el que más tiempo lleva soy yo, y realmente soy un recién llegado. La categoría es una trituradora de entrenadores. Llevo un año, y estoy entre los que más tiempo está entrenando. El futuro deparará. Todos los entrenadores tienen su ciclo. Pero Sergio Pellicer no va a tener nunca ningún problema con el Málaga por las circunstancias en las que llegué y porque me conocen perfectamente. Saben lo que opino. Lo importante es que haya buena sintonía y cumplamos con los objetivos, y que trabajemos con ilusión. En muchos casos, no el mío, sino en general, se valora cuando ya no se está. Vinimos para un partido y medio y aquí seguimos. Tenemos que seguir con la misma ilusión hace un año. Los entrenadores muchas veces nos hacemos los sordos, pero no somos sordos; nos hacemos los ciegos, pero no somos ciegos, o nos hacemos despistados, pero estamos atentos a todo. Ese es el camino en el que seguimos trabajando. Mi sueño sería ascender con el Málaga Club de Fútbol la temporada que viene. Sería lo máximo, ya me podría retirar con ello. Pero el primer objetivo este año es salvar la categoría, porque todo lo demás, si hay algún mensaje de fuera, nos estaría haciendo daño.
-¿Pero cree que habrá mimbres la próxima temporada para cumplir su sueño del ascenso?
-He dicho que es un sueño. Pero desde que llegué he intentado ser optimista, porque lo soy por naturaleza. Siempre que he tenido algún tema pesimista lo he guardado para mí. Creo que el domingo tenemos un partido de Copa contra un equipo (el Granada) al que, desde la sana envidia, tendríamos que mirar bien. Hace unos años estaba en Segunda, pero empezó a crecer, y lo ha hecho de una forma exponencial, desde la humildad, con un entrenador que conoce la casa. Y un club saneado. Está en Europa. Es complicado hacer lo de este club. Ya hizo algo el Elche que no podíamos imaginar. Pero nosotros tenemos que salvar la categoría primero. Somos ambiciosos, pero hay que ser realistas. No podemos mandar un mensaje erróneo. Hay que trabajar y esperar que podamos soñar con otras metas. Por masa social y afición, eso sí es de Primera.
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