Una ruina absoluta sin excusas

La exagerada tarjeta roja (como innecesaria entrada del malaguista) que el colegiado mostró a Genaro a los pocos segundos del comienzo de la segunda parte marcaron un encuentro que el Málaga tenía que ganar y que ni siquiera fue capaz de empatar. Un partido decisivo ... más jugando en inferioridad numérica. Un desastre, una ruina absoluta de un equipo sumido en un total desgobierno, que ha sido un verdadero reino de Taifas con cada uno haciendo la guerra por su parte, y que se va al garete. Un histórico del fútbol español, que rozó las semifinales de la Champions hace sólo 10 años y que no alcanzó por un nefasto y parcial arbitraje, ahora no sólo se asoma al abismo, sino que salvo milagro (y ya hemos dicho que el cielo no está para tonterías como éstas) se está despeñando. Nos vamos a categoría regional. La Málaga de moda, la ciudad de la que todos hablan, la provincia que más crece en habitantes, a la que todo el mundo quiere venir a trabajar, es una vergüenza pelotera, que se va a tener que conformar con ver a su equipo jugando fuera del fútbol profesional.