Aún quedan velas por encender...

La Rosaleda fue un clamor. Cuando Chavarría consiguió el 2-0 a falta de escasos instantes para el final, cuando el Leganés apretaba y el ... miedo a un empate que hubiese sido fatal para los intereses malaguistas planeaba sobre Martiricos, aquello fue la locura, y al final todos al unísono gritando 'sí se puede, sí se puede...'. 21.000 personas un lunes laborable a las 21 horas dicen mucho y muy bueno de una gran afición de una gran ciudad que no merece que su equipo de fútbol se hunda en el pozo. Había que ganar, y se hizo. A fuerza de creer en la voluntad y gracias a que la afición llevó al equipo en volandas y a los cambios, que fueron decisivos. Pellicer (¡ay aquella absurda decisión del director deportivo!) vio que el Leganés había frenado en seco las tímidas acometidas de los suyos de los primeros compases gracias a una desgracia, ya que al lesionarse Raba decidió reforzar la línea del centro del campo con Neyou, y los madrileños cambiaron por completo. La respuesta local en el descanso fue sacar a Chavarría y Luis Muñoz y la cosa cambió por completo: mucho más juego (fantástico Febas), ocasiones, intensidad... todo, en definitiva, lo que nos ha faltado durante esta aciaga temporada a la que intentamos poner remedio aunque sea en el último segundo del último partido. Es muy difícil, pero hay esperanza, pero esto no puede hacernos olvidar lo mal que se ha hecho todo desde todas las instancias del club y del equipo y que se necesita una urgente revolución desde arriba hasta abajo. No se merece Málaga estar buscando la heroica para no bajar a Regional, su afición es de diez, y el fútbol profesional patrio no puede permitirse el lujo de perder un activo tan importante como el nuestro. No pedimos nada, simplemente que no nos quiten lo mucho de lo que nos han privado. Se puede, sí, claro que se puede, aunque encendamos velas (que no quedan aún) y salgamos en penitencia de promesa, pero aunque se consiga no olvidaremos este despropósito...