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No mereció el Málaga los minutos finales de incertidumbre, para nada, porque fue mejor equipo siempre que el Mérida, que por tras visto las va a pasar canutas para mantener la categoría, aunque, eso sí, en esta competición tan perra no se puede adelantar nada ... a priori. No lo mereció, y de hecho no hubiera ocurrido si el disparo de Genaro con el 1-2 y que sacó de milagro un defensor local hubiese llegado, como todos esperábamos, al fondo de la red. Hubiera sido de justicia, pero a partir de ahí, la capacidad ofensiva de los de malacitanos bajó bastantes enteros y aunque no pasó muchos apuros, lo cierto es que jugó con fuego. Al final, menos mal, tres puntos de oro para recortarle camino al Castellón, al que el Córdoba (un muy buen equipo) le bajó los humos. Al final, una victoria que nos da vida y esperanza pero siempre que retomemos la senda del triunfo en La Rosaleda, que buena falta nos hace...
El Mérida se vio inferior, y al final recurrió a las malas artes para con un chavalín de 16 años, Aaron Ochoa, que aguantó tres entalladas de categoría tras su salida al campo. Mala cosa si los árbitros no protegen este juego y a jugadores prometedores y casi niños como el malacitano, pero el colegiado fue una verdadera nulidad en este aspecto. Hay que proteger al fútbol y a los futbolistas, aunque se juegue en esta categoría que se inventó el felizmente 'ido' Rubiales, donde hay jugadores muy veteranos que no juegan con las mismas armas que los demás, sino con las que les permiten árbitros indolentes como el que dirigió el partido en tierras extremeñas.
Pero aparte de eso, un Málaga joven, muy joven, dio un paso adelante y demostró que hay que sumar de tres en tres. Aquí, con esta 'lluvia de juveniles', Pellicer tiene muchísimo mérito, y uno vuelve a lamentar la penosa planificación deportiva que nos llevó al descenso la pasada temporada. En fin, alegría, mucha alegría, y a rezar para ganar en casa. Ya está bien de regalar puntos.
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