Ganar casi llorando

Pocas veces una victoria del Málaga fue más triste: el segundo tiempo de los blanquiazules pudo ser de las peores cosas que hemos visto en La Rosaleda en las últimas temporadas, lo que tiene mucho mérito porque miren ustedes que hemos tenido que aguantar malos ... partidos en Segunda. El Málaga ganó jugando muy mal, pero ganó. Eso y esa maravillosa afición que tiene el equipo, que llenó La Rosaleda y sufrió con motivos pero sin justicia, fue lo único positivo. Una pena, porque se pudo completar la fiesta. Comenzó el Málaga jugando muy bien, arrollando al Melilla, pero sin puntería y con algunos jugadores a los que les sobró mucho individualismo, aparte de la gran exhibición del meta melillense. El segundo tiempo prometía con el 1-0, y creo que nadie se esperaba la tremenda debacle de juego y física de los de Pellicer, que tampoco supo contrarrestar los cambios tácticos que de la mano de los suplentes utilizó su rival, el malagueño Rivera. Ni el melillense más optimista ni el malaguista más pesimista podían pensar que la afición local acabaría nerviosa, asustada ante un Melilla que demostró afán y ganas, y pidiendo la hora, pero fue así. Seguro que quien haya visto sólo los primeros 30 minutos y ahora lea este Palco17 se asombrará..., pero la verdad es que ese segundo tiempo ha sido lo peor de lo peor; una pena, porque, repito, la fiesta estaba servida, pero este Málaga, aunque haya ganado, aunque haya sumado 19 de 21 puntos posibles y esté ahora mismo colíder necesita refuerzos, urgentes e importantes, lo que no sabemos es si el 'triunvirato' estará por la labor. Una pena, pero estamos en Regional, y desde luego jugando será difícil soñar con regresar al fútbol profesional. El equipo no estuvo bien en Huelva y estuvo horroroso ante el Melilla. Y encima, la desastrosa organización a la hora de la entrada de los más de 20.000 aficionados que casi llenaron La Rosaleda. La improvisación de los gestores del club y su incompetencia es peor que el juego de la segunda parte y eso ya es 'meritorio'...