Nos espera un infierno, pero vale la pena

Ahora un empate llevaría al Málaga a Segunda División, pero no va a ser fácil. El Nastic de Tarragona es un equipo duro, marrullero, sabedor de lo que tiene que hacer, y la afición catalana apretará lo mismo que hizo la malaguista en La Rosaleda. ... Resumiendo, que nos espera un infierno, pero este Málaga tiene al mejor portero de la categoría, Alfonso Herrero, y al máximo goleador, Roberto. O sea, a lo que todos los entrenadores aspiran. Tal como se preveía, el partido ante los tarraconenses fue intenso, jugado de poder a poder, con mucha influencia de las jugadas a balón parado. No hubo buen fútbol. Era imposible. Los dos equipos se juegan tanto que no había tiempo para florituras. Se ganó, y tiene mérito, pero hasta el rabo todo es toro, ya lo hemos dicho más de una vez. Nos quedan 90 minutos de sufrimiento, pero al Nastic también, no lo duden, y encima con la obligación de ganarnos para poder volver a la Liga Profesional. Martiricos retumbó con 30.000 malaguistas saltando y gritando. La vuelta final de los jugadores locales no hay que tomarla como una demostración de triunfalismo, sino de agradecimiento a esa maravillosa afición que no se merece, ni por asomo, todo lo que ha tenido que sufrir en estos últimos años de desasosiego judicial, sin propietario, sin orden ni concierto, pero que ahí sigue, a pie juntillas, animando a sus colores, demostrando a los que no saben lo que es esto que el fútbol es amor y pasión por encima de muchas cosas. Me imagino a Eduardo Padilla, junto a Paco Cañete, Viberti y Antonio Benítez, amigos todos, jaleando a su equipo allá donde el azul celeste de los cielos es el mismo que el de la camiseta del Málaga CF, al que el fútbol le debe una muy gorda desde Dortmund y aún no lo ha pagado. Ya es hora. Ahora tiene, en Tarragona, la gran oportunidad de hacer justicia. Victoria justa del Málaga, sufrida y trabajada, abierta por la antideportividad de Godoy, que quiso hacer una treta y acabó haciéndole un roto a su equipo en la jugada del 1-0. Cada vez falta menos. ¡Vamos!