Buena dosis de moralina para lo que viene

El Málaga necesitaba ganar. Pero también iniciar su particular puesta a punto para los play-off, y desde luego los va a encarar, salvo error u omisión por una inesperada debacle en Madrid, con un chute de optimismo, con una dosis de 'moralina', porque el fútbol es así, en dos días se olvida el anterior y punto. La Rosaleda fue una fiesta, una gran fiesta, y eso es lo mejor que podía pasar. Afición y jugadores se fundieron en una piña, «¡que sí, joder, que vamos a ascender!», entre la algarabía de quienes se saben herederos de una historia, mucho más allá de conmemorar extraños aniversarios y cosas parecidas. Aquí el entretenimiento para la afición es su equipo, ganar partidos, subir de nuevo a Segunda División y encarar el lugar que merecemos.

El Antequera no se jugaba nada, y su relax lo pagó caso, sobre todo en su empeño de sacar la pelota jugada desde atrás una y otra vez pese a la buena presión malacitana, lo que propició los dos primeros goles locales. El Málaga jugó con plácida tranquilidad el primer tiempo, donde los antequeranos no se asomaron por la meta de Herrero, quien en la segunda parte tendría ocasión de demostrar su magnífico momento de forma, en un partido que tuvo a un magnífico Larrubia como eje y a Roberto goleando otra vez... Lo necesitábamos.