El Málaga, a poner fin al suplicio en casa

Un Málaga-Zaragoza siempre es un Málaga-Zaragoza por más que ambos equipos compitan en Segunda División, no pasen por el mejor momento de su historia y encima se vean privados de medirse con público en las gradas. Este último detalle es, si cabe, más relevante porque todavía está fresco en la memoria el recuerdo del último precedente, justo en vísperas de que la pandemia cerrara el fútbol a los aficionados. Y además sin visos de un regreso inminente de estos.

La sufrida victoria en Alcorcón fue una vez más el reflejo de un equipo compacto en el terreno de juego (evidente por su orden defensivo) y en el vestuario (indudable por la imagen de la piña de los futbolistas tras el pitido final). Pero en La Rosaleda, como local, el Málaga está obligado a exponer más y ahí reside la dificultad. Frente a rivales de distinto pelaje que han optado casi todos por la misma fórmula –cederle la pelota– han quedado de manifiesto las carencias para aunar posesión del balón y control del partido, para llegar con cierta fluidez al área contraria y también para no desmadejarse cuando no se encuentra el camino.

El Zaragoza, ya con el sello de Juan Ignacio Martínez, será uno más en la lista de adversarios a verlas venir. Con extraordinaria confianza después del fiasco con Rubén Baraja y de la insólita apuesta por el interino Iván Martínez –al que se mantuvo pese al aluvión de derrotas (siete en ocho partidos)–, comparece en La Rosaleda con 10 puntos en cinco partidos con su tercer entrenador y con una sola derrota... ¡tras cuatro remates al palo en Albacete y un gol en contra por un penalti inexistente! Es un equipo mejor organizado defensivamente, que ha encontrado un once tipo y que incluso parece haberse reforzado con inteligencia en el mercado invernal.

El Málaga, tan diezmado como de costumbre por la escasez de fichas profesionales, afronta este envite con importantes ausencias en el centro del campo. No están Ramón y Escassi (este último, a buen nivel en Alcorcón) y se mantiene fuera Benkhemassa. Visto el panorama, se antoja casi segura la titularidad de la pareja Luis Muñoz-Cristian. Aun así, la principal duda radica en el sistema que elegirá el entrenador blanquiazul, Sergio Pellicer. El esquema con tres centrales, que recuperó en Alcorcón, garantiza a priori más seguridad, pero por otro lado es obvio que el equipo debe de generar más peligro con dos extremos como Joaquín y Rahmani (en su mejor versión, claro está) y con la presencia arriba de dos elementos que exhiben compenetración, Caye Quintana y Chavarría. Esta combinación conduce al 4-4-2. Sea con una u otra fórmula, el Málaga necesita poner fin a su suplicio en casa.