¿Para qué sirve el VAR?

El ansiado Stoichkov, por el que el Málaga suspirado e incomprensiblemente nunca hemos podido incorporar, logró el empate, pero no quedó ahí la cosa. El Málaga se quedó anonadado por la jugada, sin reacción tras el gol y la 'no revisión del VAR' (¿para qué este aparato si la interpretación del árbitro pesa sobre la realidad de lo ocurrido?), y un fulgurante contragolpe pésimamente defendido nos hundió en el 2-1. La pesadilla comenzaba a despertarnos del sueño del minuto 6. La cosa cambió del día a la noche, porque a los locales el colegiado les había dado alas cuando estaban más que deprimidos por el buen juego visitante. No había terminado la cosa ahí por parte de Ávalos, que al poco de comenzar la segunda parte pita otro penalti por mano de Víctor Gómez que no fue por asomo, primero porque le rebota en el pecho, y segundo porque la mano no la tiene desplegada del cuerpo cuando se caía. Le dio igual. Ni el VAR tampoco existió.

El 3-1 hubiese sido mortal, pero la diosa pelota fue justa por una vez con el Málaga, al que zarandea constantemente desde la noche de Dortmund, y el fallo de la segunda máxima pena lo que hizo fue resucitar al Málaga y hundir a un Éibar superado una y otra vez desde ese momento hasta el final. El Málaga rondaba la puerta local, creaba ocasiones, pero... hasta que Hicham cogió la pelota, desbordó a unos y a otros, y Brandon remachó. El empate. Lo menos que merecía un buen Málaga plagado de lesionados que fue injustamente tratado por el árbitro; a ver, ¿para qué sirve el VAR?