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Más allá de las dudas en torno al proceso de preparación diseñado para la vuelta a la competición en el fútbol profesional, el Málaga ha comenzado el trabajo en los terrenos de juego de La Rosaleda y el Anexo no sin la debida cautela. En el seno de la plantilla existe pánico a las lesiones en la apretada recta final de la competición (con dos partidos por semana), ya que el número de futbolistas con ficha profesional es muy bajo: sólo dieciocho.
Precisamente el protocolo confeccionado por el Consejo Superior de Deportes hace hincapié en el riesgo de lesiones después de casi dos meses de parón obligado por los efectos del coronavirus: «Los diversos estudios médico-científicos que sustentan los propuestas de las distintas entidades que han culminado en el presente protocolo afirman que el reinicio de una actividad de competición no puede llevarse a cabo de un modo brusco desde una fase de desentrenamiento, dado que la epidemiología lesional muestra aumentos de lesiones entre un 50% y un 100% si no se respetan unas fases de preparación física previa al inicio de las competiciones. Las lesiones más frecuentes son las de tipo agudo, especialmente las musculares, pero no se deben olvidar lesiones articulares, entre ellas las ligamentosas (deportes de contacto), que pueden hipotecar toda una carrera deportiva; también las lesiones de tipo crónico, por sobrecarga, en un organismo no entrenado para la carga competitiva, pueden llevar a semanas y meses de ausencia del deporte».
En el seno del Málaga dan por hecho que los futbolistas están más expuestos a las lesiones que nunca. Conviene recordar que en condiciones normales una pretemporada comienza después de un periodo que nunca alcanza las siete semanas de descanso; es decir, menos de 50 días. No es el caso en esta situación tan peculiar generada por los efectos del Covid-19. Esa cifra se ha superado y, aunque los jugadores han estado sujetos en el día a un plan de trabajo diseñado y supervisado por los preparadores físicos, han debido hacerlo confinados, con las limitaciones de sus viviendas y, al contrario que en verano, sin poder practicar otros deportes (tipo pádel) o ejercitarse en la calle (salvo la última semana).
En el Málaga se ha puesto especial énfasis en la carga de trabajo de cada jugador dado que la vuelta al trabajo se produce individualmente. Se trata de prevenir al máximo las lesiones, un aspecto que preocupa notablemente en todos los equipos, porque cualquier contratiempo implicaría perder a un futbolista debido a que las once jornadas quedan concentradas en apenas cinco semanas.
En el caso del Málaga no es exagerado afirmar que existe pánico (más que temor) porque la plantilla sólo cuenta con 18 profesionales y lógicamente si se dieran al mismo tiempo varios casos de jugadores con problemas físicos la dificultad sería máxima para hacer frente a la reglamentación (debe haber al menos siete). Y ello, sin obviar que esa cifra de 18 en realidad es inferior porque algunos de los futbolistas del primer equipo ofrecen menos nivel que los filiales.
LaLiga y la Federacion Española han dado el visto bueno a que se puedan realizar excepcionalmente cinco cambios (en tres tramos distintos), así que la pregunta es obvia: ¿no sería lógico ampliar el cupo de no profesionales que puedan participar en un partido? Otros equipos están muy condicionados en este aspecto. Uno, sin ir más lejos, es el Barcelona tras su desacertada planificación en invierno...
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