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El estreno de Pepe Mel como entrenador del Málaga ofreció varias lecturas y dejó diversas conclusiones. Muy activo en su área técnica –incluso fuera, lo que provocó alguna llamada de atención del cuarto árbitro–, el madrileño se afanó constantemente en que el equipo apretara al Villarreal B en campo contrario con gestos muy ostensibles. Fortalecer la presión va a ser su gran objetivo en la primera semana completa de trabajo al frente de la plantilla.
«Cuanto más cerca estás del área rival, más opciones de ganar. A partir del minuto 30, el equipo ha demostrado que puede apretar arriba. Tenemos que arriesgar porque necesitamos puntuar de tres en tres». Esa fue una de las valoraciones de Mel al término del encuentro frente al Villarreal B. Que tras el sorteo de campos el Málaga pudiera atacar en la zona de Fondo (como había sucedido en los dos partidos anteriores en La Rosaleda) le permitió al nuevo técnico estar muy encima de los centrocampistas y atacantes a la hora de transmitirles que debían adelantar su posición para ahogar al contrario en la salida de la pelota. Los futbolistas más cercanos al flanco izquierdo (como le sucedía en su momento a Agostinho en la etapa del mítico Joaquín Peiró) fueron aleccionados constantemente con gestos del flamante entrenador con la mano derecha.
No fue fácil para los futbolistas, muchos de ellos de más talento que esfuerzo físico, poner en práctica lo que pedía Mel. Incluso, el técnico hizo aspavientos a la defensa para que también adelantara su posición con el fin de que las líneas estuvieran más juntas. Era la única fórmula para neutralizar el comienzo del juego del Villarreal B y también la capacidad de sus futbolistas para asociarse por dentro.
No es un secreto que el Málaga sufrió en los primeros veinte minutos, aunque paulatinamente se observó mejoría. Pero no fue hasta la pausa de hidratación cuando Mel pudo implantar una presión más asfixiante al filial amarillo. Los seis futbolistas del centro del campo y la delantera (desde N'Diaye a Rubén Castro) se situaron de tal forma que impedían una fluida salida de la pelota de los cuatro zagueros y dos medios centro del rival. Y se hizo aun a costa de que la distancia entre N'Diaye y el cuarteto de la cobertura fuera de muchísimos metros. Se trataba de aislar al medio punta visitante, Lozano, y se consiguió incluso con la salida de un central (Moussa o Escassi) a buscarlo.
A raíz de ahí el Málaga tuvo al mismo tiempo el control y la posesión. De ahí que en la recta final de la primera parte y en toda la segunda se viera un monólogo blanquiazul, al menos en lo que respecta al juego (no tanto en creación de oportunidades). El equipo recuperaba pronto la pelota en campo contrario y así podía volver a empezar. De paso, la defensa sufría muy poco y la presencia de Manolo bajo los palos era casi testimonial.
«Hemos robado muchísimos balones en el campo del rival…», destacó Mel tras el encuentro. Porque él tiene claro que el crecimiento del equipo pasa por la implicación máxima de los jugadores en la presión. Primero, porque con la pelota en su poder el Málaga se verá menos exigido en defensa, y segundo, porque con tanto medio punta en la plantilla y con Rubén Castro como 'nueve' se generarán muchas ocasiones. El nuevo entrenador vio ante el Villarreal B sólo una muestra de lo que puede alcanzar el equipo si aprieta bien arriba. A partir de hoy, en su primera semana completa de trabajo, se incidirá en buscar una mejor coordinación en esta faceta.
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