La nueva vida de Camacho después de su retirada
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Aún le cuesta creer que se acabó su etapa de futbolista, pero ya busca otras ilusiones mientras se prueba como técnico en la cantera del WolfsburgoHace un mes y medio que Camacho dejó de ser futbolista. Aunque su último partido fue hace dos años, siempre luchó para poder volver a jugar, porque sigue sintiendo y pensando como jugador, aunque su cuerpo le impedía seguir siéndolo. Antes de ese último encuentro que disputó con la camiseta del Wolfsburgo ante el Borussia Mönchengladbach en la Bundesliga, Camacho ya llevaba un año de calvario por una lesión en el tobillo que ha terminado por obligarle a retirarse con sólo 30 años.
Ha sido un mes y medio de emociones fuertes para el exmalaguista, quien reconoce que ha recibido siempre el cariño desde Málaga en este momento crucial de su vida. «Siento que dejé huella en las siete temporadas que estuve allí, y eso es muy importante para mí», se confiesa en una extensa conversación para este periódico el aragonés, que es considerado como uno de los mejores capitanes blanquiazules del pasado reciente.
Por ahora seguirá viviendo en Wolfsburgo junto a su familia, y desde allí intentará descubrir por dónde irá su nueva vida. Por el momento, no tiene nada claro. No le atrae ser entrenador. Y una de las razones puede ser que aún no haya procesado que en su ficha de jugador, tras quince temporadas de carrera profesional, ya pone retirado. Retirado a la fuerza. «Sigue siendo todo un poco raro al final. Hace mucho tiempo que me dedico al fútbol, desde bien pequeñito, y ahora pues me ha cambiado todo. Las rutinas y el pensamiento incluso. Es duro, y me tengo que ir haciendo a la idea aún, pero es verdad que no es un arrebato de un día para otro, es una decisión bien meditada. Ahora empieza otra vida con la misma ilusión», responde Camacho desde Alemania.
El excentrocampista del Málaga, que se marchó al Wolfsburgo dejando en la caja de La Rosaleda alrededor de 15 millones de euros, apenas pudo disfrutar de su salto a la Bundesliga, donde siempre fue recibido con galones. Sin ir más lejos, de blanquiazul alcanzó la selección española. Sólo jugó 11 partidos la primera campaña y 6 en la siguiente. En la tercera, ninguno. Sus últimos años están llenos de visitas a multitud de doctores y otros tantos quirófanos.
«Hace tres años tuve una lesión que parecía que no iba a ser complicada, pero me operé y luego sufrí una infección en el pie. Eso me hizo tener que pasar de nuevo por quirófano. A raíz de eso empecé a sentir una dolor en el lateral del pie que no había tenido antes, y eso me acompaña ya hasta el día de hoy. En ese tiempo he tenido muchas intentonas para volver a poder jugar, con más operaciones que han sido un fracaso. Ese es el resumen. Por eso tuve que tomar la decisión de retirarme de forma obligada. Lo último fue una operación en enero, que me llevó luego tres meses de readaptación, y ya sabía que era la última oportunidad», relata con crudeza el maño, que siempre ha experimentado una relación fuera de lo común con el dolor, rozando el masoquismo. «Si me das a elegir entre dulce o salado, elijo salado», bromea.
IGNACIO CAMACHO
IGNACIO CAMACHO
«La gente que me conoce sabe que soy una persona muy cabezona y que no tengo problema en jugar con dolor. Y esto es un poco lo que ha pasado. Cuando llegué a Alemania tuve unos primeros tres meses buenos hasta lesionarme, y yo quería volver rápido. Me precipité; las ganas de jugar me llevaban a hacerlo. En los entrenamientos tenía un rendimiento muy bajo, pero en los partidos la adrenalina y las ganas de jugar me hacían que me sintiese bien, aunque una parte de mí sabía que tarde o temprano tendría que volver a operarme. Y hasta que un día donde me rompí el aductor por forzar y tuve que parar. Desde ahí no conseguí jugar de nuevo», detalla.
«Tenía gente que me decía que lo dejase ya, pero yo les decía que el médico que estuviese dispuesto a ayudarme y operarme otra vez, lo haría. Tenía que agotar todas las oportunidades. Por eso, cuando ya veía que era imposible mejorar las sensaciones, hablé con el club y vi que era lo mejor. Fue una decisión muy meditada, pero a la vez obligada. Ahora estoy asumiendo todas las cosas. Estoy muy contento y orgulloso de lo vivido en el fútbol y mi carrera deportiva. Soy un privilegiado y toca hacer un punto y aparte. Además, tal y como están las cosas hoy en día, no nos podemos quejar. Tengo salud y hay que mirar hacia adelante», abunda Camacho sobre su historia.
Y a la vez también busca desdramatizar: «Aunque no me da para competir, puedo hacer una vida normal, no estoy inválido. Ahora, tras jugar mucho tiempo con dolor, que me duela un día por haber hecho un mal gesto o lo que sea, no pasa nada porque al día siguiente no tengo que entrenarme», expone. De hecho, sigue pisando césped, aunque desde la perspectiva de técnico en un equipo de formación con chicos de 19 años del Wolfsburgo, donde llegó a un acuerdo para seguir vinculado.
«En un primer momento ellos se sorprendieron de que quisiera quedarme, y no coger las maletas y volverme a mi casa. Pero pensé que era una oportunidad bonita para poder seguir ligado al fútbol, y emprender una nueva vida y ver las diferentes opciones en cuanto a trabajo que me pudiese gustar. Para mí es una oportunidad, y para mis hijos porque siguen aprendiendo el idioma. Ahora estoy mirando a ver hacia dónde quiero dirigir mi vida. La verdad es que no lo tengo claro. Mucha gente me dice, por mis características como jugador, que seré entrenador, pero yo creo que no es tan fácil. No es lo mismo entender el fútbol que enseñarlo. Aún no sé lo que me gusta. No sé si es porque acabo de retirarme, pero de entrenador no me veo aún. No estoy cerrado a nada. Ahora me toca encontrar lo que me llene después de mi carrera de futbolista. Quiero disfrutar el día a día», concluye Camacho, que no rehúye a contestar sobre una posible vuelta al Málaga en un futuro: «No voy a engañar a nadie, claro que me gustaría, pero me toca formarme».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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