El Málaga termina undécimo. Sí, undécimo. ¿Quién lo iba a decir? Pero convendría que nadie en el club saque pecho. La temporada ha sido muy mediocre, un tormento para lo que se esperaba, y ahora llega el momento de tomar decisiones de verdad, algunas incluso drásticas. El relevo generacional ya está en marcha, pero ni a Arnau ni a Míchel debe temblarles el pulso ahora porque ha habido jugadores que no han dado la talla y que no han sumado cuando más se requería. Y ninguno de ellos puede tener la más mínima queja, porque el entrenador madrileño les ha dado oportunidades a todos. A algunos, incluso, más de la cuenta...
Publicidad
Apenas minuto y medio duró la ilusión de que el Málaga le plantara cara al Madrid. Seamos claros de antemano: hoy por hoy, el conjunto blanco es un rodillo. Incluso por momentos pareció el mejor Barcelona de la última década por su apabullante control del juego. Pero el error defensivo superado el primer minuto fue muy grave. Y es cierto que el defectuoso control de Luis Hernández fue clave, aunque habría que preguntarse dónde estaban los centrocampistas (y en particular, el de contención). Analicen la jugada y verán la enorme distancia entre las líneas. Lo que le faltaba a Isco para tirar de chistera y decidir la contienda...
La presión arriba siempre es una buena intención, pero es mejor tener un delantero centro de verdad para que la defensa rival esté incómoda. El sistema que emplea Míchel de un tiempo a esta parte con frecuencia, el 4-1-4-1, permite apretar al adversario en la salida de la pelota, aunque sirve de poco si cuando se produce la recuperación no hay un referente al que buscar de inmediato. Sergio Ramos y Varane jugaron demasiado cómodos y únicamente tuvieron que vigilar las incorporaciones de Recio, Pablo y a veces Keko. Este último encaró un par de veces al cuarto de hora y cuando fue a ponerla no tenía a un solo compañero por delante del balón. Y luego, cuando él mismo remató bien de cabeza, Sandro estaba todavía pisando el área...
Demasiado ha dado Sandro para lo poco que le gusta jugar sólo en punta y sin parar de correr. El canario estuvo incisivo, pero en determinados partidos no le queda más opción que tirar a puerta desde donde le pille. Su temporada ha sido estratosférica si tenemos en cuenta que no es un delantero centro y que en la fase decisiva ha debido multiplicarse en el campo. De aquel futbolista que en el Calderón o en el Camp Nou estaba con el gesto torcido por jugar tan lejos del área ha pasado a uno totalmente comprometido. Lástima que no podamos disfrutarlo más.
También fue una lástima que la despedida (del equipo y de jugadores emblemáticos) quedara eclipsada por la celebración del Madrid. Demichelis, Duda y Weligton tuvieron que marcharse antes del partido, casi de tapadillo, y la vuelta de honor al final tuvo demasiado de improvisación, con algunas ausencias. Fue muy triste retroceder hasta el siglo pasado. Los seguidores blancos están en su derecho de pujar y pagar por una entrada al precio que sea, pero ayer en La Rosaleda había demasiados para las localidades a las que teóricamente tenían acceso. Y lo que es peor, hubo hasta espectadores con la camiseta blanquiazul que celebraron el gol de Cristiano. Por favor, que luego no se den golpes en el pecho...
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.