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Míchel regresa al banquillo del Málaga tras la tángana del domingo ante el Celta.
El 'efecto Míchel' lleva a la euforia al Málaga

El 'efecto Míchel' lleva a la euforia al Málaga

La espectacular remontada aleja los fantasmas en el club sobre un desplome en el número de abonados y se aprovecha para comenzar la venta de carnés

Sergio Cortés

Lunes, 8 de mayo 2017, 23:07

Mediada la segunda parte, la Grada de Animación introdujo un cántico en su variopinto repertorio: «Míchel, Míchel, Míchel...» Y después, cuando el entrenador madrileño se lanzó como un poseso hacia el banquillo del Celta tras la tángana que había provocado Eduardo Berizzo, los aficionados sintieron orgullo de ver al responsable del equipo desbocado para defender a sus jugadores. Que Míchel se ha ganado el cariño de todos los seguidores es una obviedad, pero también lo es que el efecto Míchel ha conducido a la euforia al Málaga. Y no sólo por el juego y los resultados. La espectacular remontada ha alejado los fantasmas en el seno del club sobre un desplome en el número de abonados, lo que se ha aprovechado para poner en marcha la venta de carnés.

En apenas un mes en concreto, en 32 días la transformación del Málaga ha sido insólita. Ya no es sólo cuestión de números, de esas seis victorias en los últimos siete partidos (esto es, casi el 60 por ciento de los puntos necesarios esta temporada para la permanencia). Es más la convicción de que el equipo ha encontrado la fórmula para controlar los partidos y ofrecer buen juego, pero también de que ha llegado a la recta final en un tono físico envidiable. Conviene no dejar este detalle en el tintero, porque es el propio Míchel quien elogia el papel de la preparación ya realizada antes de su llegada de la mano de Enrique Ruiz.

Formar parte de la historia

  • el reto del técnico

  • A Míchel siempre lo acompaña el sambenito de que su sueño es entrenar al equipo en el que triunfó, el Real Madrid. Incluso, desde que llegó al Málaga se han sucedido los comentarios respecto a que el Málaga es un tren perfecto para consolidar su trayectoria como entrenador con el fin de llegar al conjunto blanco. Los que conocen bien al madrileño saben que esa ilusión se ha ido reduciendo con el paso de los años. En varias ocasiones se habló de él como una opción más o menos sólida para el banquillo madridista a la vista del éxito de Pep Guardiola en el Barça, pero la oportunidad ya les ha llegado a otras personas de la casa blanca, Rafa Benítez (pese a ser un entrenador que no casaba con el estilo de la plantilla) o Zinedine Zidane (con una afinidad al presidente, Florentino Pérez, que evidentemente Míchel no tiene). El único y verdadero reto del hoy técnico malaguista (y así se lo recalca con asiduidad a sus más cercanos) es construir un proyecto ganador, permanecer varios años en el conjunto blanquiazul y formar parte de su historia. Además, ha estado en distintos equipos, pero el magnetismo de la afición, de la ciudad y del personal del club lo ha hechizado como él mismo, a pesar de lo que ya le habían comentado, jamás hubiera imaginado.

No obstante, más allá de cuestiones relacionadas con lo que se ve en el terreno de juego, cobra más importancia el efecto Míchel. Su incuestionable liderazgo desde el primer día, al asumir toda la responsabilidad y mostrarse tan sincero como contundente en todas sus declaraciones, ha desembocado en un hecho sin precedentes en la historia del club. Es cierto que en el siglo pasado no solía ocurrir, pero nunca se había dado que la afición malaguista lanzara cánticos de reconocimiento al entrenador tan pronto, al segundo mes de ocupar el banquillo. En ellos influye también otro factor que no pasa inadvertido para los seguidores: la recuperación por parte del madrileño de determinados jugadores que estaban señalados o cuestionados por la grada (el caso más llamativo, sin duda, Llorente).

Pero el efecto Míchel tiene mayor calado. En marzo, cuando el Málaga caía en picado y acuciaba el temor a meterse de lleno en una feroz lucha por la salvación, también se dispararon las alarmas en el seno del club ante el descenso en la asistencia a los partidos de La Rosaleda. Aquella sensación de hastío y desagrado con la marcha del equipo fomentó la preocupación respecto a un desplome en el número de abonados el próximo verano. Los comentarios que llegaban eran alarmantes.

Ahora todo es euforia en el Málaga. Euforia en la grada, euforia en el vestuario y también euforia en las oficinas del recinto de Martiricos. El efecto Míchel ha provocado un cambio de tendencia y ahora el estado de ánimo de los gestores de la entidad está por las nubes. El éxito del equipo con el entrenador madrileño permite aventurar una campaña de abonados con cifras positivas y también supone un refuerzo para las ventas de los productos del club en las tiendas, otro aspecto de enorme relevancia desde el punto de vista económico y de consolidación de la marca.

De hecho, el Málaga va a aprovechar el tirón de los resultados positivos para poner en marcha la campaña de abonados. Va a comenzar mañana, aunque on line. Aquellos que renueven su carné antes del 31 de mayo tendrán un descuento en el precio. Pero además se quiere premiar la fidelidad y los que encadenen diez temporadas consecutivas con su abono del Málaga tendrán otra rebaja acumulada.

En el Málaga no sólo valoran el presente (es decir, la clasificación final, la racha de resultados y la notable mejoría en el juego), sino el futuro. Hoy por hoy, Míchel es el activo más valioso. El madrileño ha conectado con el público, sabedor de que al frente del equipo cuenta con un líder en todos los aspectos. De ahí la euforia en el entorno, pero sobre todo en las oficinas de La Rosaleda. Las perspectivas para la campaña de abonados son, ahora sí, inmejorables.

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