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Sergio Cortés
Domingo, 30 de abril 2017, 23:22
Le dijo al oído lo mismo que tres cuartos de hora más tarde dijo públicamente en la sala de prensa de La Rosaleda. «Hoy has dado el primer paso para ser futbolista profesional». Míchel no pudo ser más claro con Ontiveros cuando lo sustituyó en ... el minuto 72 contra el Valencia para que entrara Keko. Casi se podría decir que el rendimiento del marbellí se ha convertido en una obsesión para el entrenador del Málaga, porque este es muy consciente de que tiene en sus manos un auténtico diamante por pulir. De ahí que durante la semana pasada se sintiera satisfecho por primera vez al ver avances en el trabajo del futbolista.
Conviene recordar la llamativa y elocuente reflexión de Míchel en su primera entrevista, publicada en este periódico el 23 marzo: «Yo creo que Ontiveros es un producto de la naturaleza. Es un tío salvaje. Yo me tuve que adaptar, porque era un centrocampista, era Busquets, y de repente tuve que ser extremo. Y sin embargo Ontiveros es salvaje, un tío que hace cosas imprevistas, incluso como la cuchara del otro día (ante el Alavés). El tema está en él. El creador de todo esto, que no sé quién ha sido, le dijo: Usted va a ser rápido, potente, hábil, va a tener calidad, le va a pegar al balón, va a jugar en la derecha y en la izquierda.... Pero no sé qué es lo que tiene en la caja de cambios (se tocó entonces la cabeza). Y eso es lo que tenemos, esa iniciativa. Esa idea de hacer a veces lo que le da la gana no se puede frenar, pero entendemos que todo eso debe utilizarlo en situaciones donde salga beneficiado. Ahí está el jugador, que quiera hacernos caso a nosotros o al entrenador que tenga en el futuro, o que quiera hacer caso a su duende. Pero el duende también tiene que alimentarse. Todos conocemos a muchos duendes que van por la calle ahora...»
De vuelta al filial
Ya la pasada temporada Javi Gracia recurrió a Ontiveros en el momento más delicado, pero pronto se desprendió de él. Lo mandó de vuelta al filial y no volvió a contar con él. Hubo malpensados en el club que pensaron que se trataba de un gesto más de desaire del técnico a Tighadouini dentro de la batalla que entonces libraba con el director deportivo, Mario Armando Husillos. Pero la realidad es que al navarro no le gustaron determinados gestos y detalles del marbellí. Por ejemplo, que se saltara entrenamientos porque decía que había llegado cansado de alguna concentración con la selección sub-19.
Este tipo de actitudes han marcado siempre a Ontiveros, que fue expulsado del Betis por un gravísimo incidente. Gracias a aquello, el Málaga lo reclutó, y desde su llegada se ha intentado domar su carácter. Supo entenderlo muy bien Manel Ruano, que combinaba el palo con la zanahoria para tratar de sacarle rendimiento y que lo obligaba también a jugar en la derecha (cuando al futbolista le gusta hacerlo en la izquierda, a banda cambiada) para que se motivara contra rivales más fuertes.
Esa reflexión de Míchel al poco de llegar muestra hasta qué punto el entrenador vio cosas de Ontiveros que le gustaron mucho y otras que le contrariaron bastante. Alguna situación del último parón en Primera molestó al técnico, quee incluso no tuvo reparos en llevárselo a La Coruña el Sábado Santo en una lista de diecinueve convocados... cuando era sobradamente conocido desde el día anterior que iba a ser el descartado. El madrileño prefirió tenerlo en el hotel que en Málaga, cuando tampoco podía jugar con el filial porque no había jornada de Liga.
Porque, como decía Míchel, su objetivo no es otro que aprovechar el duende de Ontiveros, su genialidad, para que repercuta en beneficio del equipo. Es cierto que no lo coarta por tomar la iniciativa, pero pretende que su aportación al equipo aumente. Al entrenador le molesta que se recree en la jugada cuando puede soltar la pelota antes, y no tanto que busque un sombrero o un caño. La improvisación puede dar frutos, pero la reiteración en la improvisación suele ser negativa para jugador y equipo.
Dar pases de gol
Míchel desea ante todo que Ontiveros aprenda a conocer el juego, algo de lo que no pueden presumir todos los futbolistas. Es decir, que sepa lo que debe hacer en cada momento: retener la pelota, irse por fuera o por dentro, economizar esfuerzos, tocar en corto o buscar el envío en largo... Independientemente, claro está, de hacer lo que se le pide en cada momento o situación del partido. El técnico también le exige que en cada encuentro debe dar un pase de gol. El marbellí ha cumplido en los dos últimos: dio el centro que remató Recio ante el Valencia (1-0) y sirvió la pelota al hueco para que Sandro sentenciera en Granada (0-2).
Después de lo que le dijo al oído cuando lo relevó ante el Valencia, el martes, en Granada, fue claro con él cuando lo metió en los últimos minutos. Le pidió que se moviera con libertad en el frente de ataque, pero que lo hiciera cerca de Sandro para que este pudiera tirar un desmarque que lo dejara con clara ventaja para el remate. Y así fue. Ontiveros atrajo la atención de los defensas, conscientes de que también podía pegarle a puerta, y el canario se quedó solo para armar el disparo. Míchel ha conseguido meter en cintura a Ontiveros. Este lo tiene todo. Y no en sus manos o en sus pies, sino en su cabeza.
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