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Sergio Cortés
Miércoles, 19 de abril 2017, 22:43
El partido del sábado en La Rosaleda (13.00 horas) no va a ser uno más para Pablo. El volante castellonense estará en el mejor escaparate, frente al Valencia, un club que lo dejó escapar en juveniles, que lo tanteó hace sólo dos años y ... que ahora vuelve a tenerlo en su agenda. En su primera temporada completa en el primer equipo blanquiazul (pese a tener oficialmente ficha con el filial), su crecimiento se ha cimentado a base de goles, minutos y, sobre todo, liderazgo.
En este Málaga escaso de personalidad, Pablo se ha convertido en el futbolista que tira del carro, el que toma la iniciativa, el que asume riesgos y el que muestra más orgullo. Quedó una vez más de manifiesto el sábado, en Riazor. En la recta final, pese a la presencia de dos extremos de refresco (Keko y Jony), arrancó en diagonal desde la banda, superó a dos rivales y después fue neutralizado por un contrario. Aunque él reclamó penalti, no se trató más que de un forcejeo. Esa acción por sí sola refleja su convicción, una virtud que en los momentos más delicados les ha faltado a casi todos sus compañeros.
Y, sin embargo, no ha pasado tanto desde que a comienzos de la temporada pasada el Málaga naufragó en Getafe y el entonces entrenador, Javi Gracia, confesó a sus más allegados que el cuerpo le pedía apostar por Pablo. No tardó en hacerlo y es verdad que sin darle la titularidad, pero sí ofreciéndole minutos para que creciera. La guinda fue la convocatoria de Vicente del Bosque para la preparación de la pasada Eurocopa. A la postre el castellonense se convirtió paradójicamente en el último futbolista al que hizo debutar el técnico salmantino en la selección absoluta.
Pablo comenzó con dudas la temporadas, pero sin duda ha sabido aprovechar las ausencias o el bajo nivel de otros compañeros. Las lesiones de Kuzmanovic y Recio le permitieron actuar en el centro del campo, donde no terminó de cuajar debido a su falta de contundencia, pero los problemas físicos de Keko, la irregularidad de Juanpi o las ausencias en la zona de ataque le facilitaron actuar como volante derecho o en la función de escolta del delantero centro.
A seis jornadas para que se cierre el telón de la Liga, pese a su juventud, Pablo es el tercer futbolista de campo que más minutos ha disputado, con 2.140. Sólo lo superan Rosales, con 2.772, y Camacho, con 2.694, al margen del guardameta Kameni, con 2.610. El mérito del castellonense reside en que sólo en uno de los 26 partidos disputados no ocupó plaza en el once titular y, sobre todo, que dieciocho de ellos los jugó completos. Es decir, desde que se asentó en las alineaciones los distintos entrenadores apostaron por otros compañeros para las sustituciones.
Los datos de Pablo no sorprenden internamente. Manel Casanova echó el resto a mediados de 2012, durante la final de la Copa del Rey juvenil disputada en Burriana (Castellón). Sabía que el Valencia no daba el paso definitivo y que el Espanyol se había dormido en los laureles al cerrar el fichaje de aquel talento castellonense, así que pisó el acelerador y cerró el acuerdo. Al director de La Academia le gustó, por encima de todo, su capacidad para asociarse. Precisamente esa es la virtud en la que se fijó Míchel antes incluso de hacerse cargo de la plantilla del Málaga. «Lo importante en Pablo no es su posición, donde juegue, sino que esté siempre cerca de la pelota», recalca el madrileño en privado.
La consolidación de Pablo en el primer equipo juvenil y después en el Atlético Malagueño (en este caso, con Salva Ballesta como entrenador) provocó que a finales de 2014 el Málaga intensificara las gestiones para cerrar a toda prisa la ampliación de su contrato. Así se cerró en marzo del año siguiente, porque la vinculación concluía en 2016 y el Valencia ya le había hecho llegar al agente del futbolista, Alberto Toldrá, una importante oferta.
Pero no fue la única revisión. En febrero del año pasado se produjo otra, ya con emolumentos acordes a su nuevo estatus en la primera plantilla, con prolongación hasta 2019 y, lo más importante, con una cláusula más alta, cercana a los 20 millones. Varios equipos siguen al castellonense no sólo por su edad (21 años cumplidos en febrero), sino por su regularidad y también su capacidad goleadora (con cinco es el segundo de la plantilla tras Sandro, con 9). El Valencia es uno de ellos. Por tercera vez lo tiene en su agenda y ahora parece que muy en firme. Los dos tantos firmados por él en Mestalla en el choque de la primera vuelta también tienen un enorme valor. El partido del sábado en La Rosaleda será el mejor escaparate para Pablo, aunque el club levantino ya lo tiene muy visto... Los dos máximos responsables de la parcela deportiva, José Ramón Alexanco y Vicente (este último, recordado extremo izquierdo) lo han seguido en varios encuentros.
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