Sergio Cortés
Domingo, 5 de marzo 2017, 18:57
El Málaga se ha estancado. Quiere crecer, pero ni puede ni sabe. Esa es la triste realidad. La situación ya ha superado definitivamente al equipo y a Romero. Anoche, en San Mamés, se vivió una muestra más de las preocupantes carencias en el remate (con ... Charles en primer plano), pero también una falta de ambición en la segunda parte, cuando el Athletic deambulaba plagado de dudas. Al final, como casi siempre, estos dos factores acaban por pasar factura y echan por tierra cualquier apunte positivo, como la solidez defensiva en varias fases.
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reACCIONES
Porque con la alineación quedó claro el mensaje de Romero a sus jugadores: defender, defender y defender. El entrenador malaguista antepuso blindar al equipo tras el desmadre vivido durante la segunda parte frente al Betis y sacrificó a José Rodríguez para situar a Llorente junto a Camacho. Ya había apuntado que la prioridad es el resultado, así que se intuía esta medida en el centro del campo para mejorar el dispositivo de contención. También, cómo no, para evitar que las prolongaciones de cabeza de Raúl García acarrearan un serio problema.
La salida del Málaga fue esperanzadora, aunque a la postre no se trató más que de un espejismo. En los primeros dos minutos y medio tuvo hasta tres opciones, pero Charles perdonó en dos de ellas en sendos servicios de los extremos y en la tercera Jony no le pegó con maldad. Al fin Romero se decantó por el asturiano a la vista de la baja forma de Chory Castro.
La presencia en el once de los dos refuerzos veraniegos para las alas, con Pablo como segundo punta, también dejaba entrever el deseo de buscar salidas rápidas, aunque a la postre el control del Athletic apenas dejó opciones. San Mamés no tardó en rugir para que su equipo despertara. Y así fue. Desde el minuto 3 el dominio local fue en ocasiones apabullante. El Málaga no tuvo respiro y tuvo que apretarse los machos para defender con las líneas juntas y con continuas coberturas debido a los recursos técnicos de los rojiblancos. Keko y Jony tuvieron que mirar en exceso hacia atrás, con lo que el trayecto hasta la meta de Iraizoz era demasiado largo, y Pablo nada pudo aportar en la presión. Eso sí, al monólogo del Athletic respondió el cuadro blanquiazul con firmeza y, sobre todo, cerrándose muy bien por dentro. La consigna de poblar el área en los servicios desde los flancos dio sus frutos, aunque también es cierto que sin Aduriz el Athletic es menos Athletic en la zona de remate.
Sin poder frenar a Beñat, con un gran dinamismo, el Málaga se vio desbordado por las bandas, pero también porque el teórico delantero centro, Williams, se dejaba ver más en posición de extremo. El Athletic llegó con relativa comodidad a los aledaños del área visitante, pero las referencias al remate eran muy escasas. Desde aquellas tres primeras opciones en el arranque, los blanquiazules sólo se acercaron en un centro deficiente de Rosales en el ecuador del primer periodo. Pero a cambio consiguieron que los locales únicamente flirtearan con el gol en un fallo de Juan Carlos ante Susaeta, cuyo remate repelió Kameni con un buen manotazo.
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Tras el descanso el Málaga dio un paso al frente y volvió a meter el miedo en el cuerpo al Athletic. Otra vez en el arranque y otra vez con tres oportunidades. Eso sí, en este caso más claras. En particular, un cabezazo con intención de Jony que desvió como pudo Iraizoz -fue en un saque de banda de Luis Hernández- y después, en un córner, un cabezazo de Llorente al anticiparse a todos en el primer palo. Pero también dio la impresión de que el equipo quería buscar el triunfo. Fue lamentablemente sólo una sensación, el fruto de que Beñat se tomaba un respiro porque andaba justo de gasolina.
La triste realidad es que al Málaga le faltó convicción. En la situación actual un punto debe de saber a gloria, porque, mientras las dudas locales afloraban y comenzaba el murmullo en San Mamés, el equipo y Romero estuvieron a verlas venir. El partido estaba para dar un mensaje de ambición desde el banquillo, pero no llegó. Valverde sí reaccionó y metió a un delantero centro (Villalibre) para que Williams tuviera más libertad por fuera. Y fue precisamente quien forzó un penalti por Clara mano de Camacho después de que Juan Carlos estuviera demasiado blando en la incursión de Lekue. Raúl García no perdonó desde el punto fatídico.
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Luego, ya con el marcador en contra, llegaron los cambios (entraron Chory y En-Nesyri), llegaron las prisas y llegaron los arreones. Pero el partido ya estaba como le gusta al Athletic, para apretar los dientes y cobijarse al abrigo de San Mamés. El cuadro bilbaíno se había escapado vivo. El punto había volado. Antes del colofón del camorrista Raúl García -montó una tángana sin razón-, Charles volvió a desperdiciar una clamorosa oportunidad a centro de En-Nesyri. Sin convicción y sin pegada es difícil, muy difícil empatar. Y no digamos ganar. Por eso el Málaga está estancado.
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