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Pedro Luis Alonso
Jueves, 9 de febrero 2017, 23:50
El Málaga atraviesa una situación atípica en el día a día, marcada por el cambio inesperado en los roles de varios componentes del vestuario y el protagonismo adquirido por los veteranos y capitanes. Para entender el contexto hay que acudir al origen de la nueva etapa. El 28 de diciembre, para dar solución a la crisis generada en la entidad con la dimisión de Juande Ramos, la propiedad designó en su lugar a Marcelo Romero, un entrenador sin recorrido en la élite. Lejos de resolver el entuerto tras el casting inicial de candidatos externos (Óscar García Junyent, Rubi, Sergio González y Luis García Plaza) o con el preparador del filial (Manel Ruano), se recurrió de forma imprevista al segundo del técnico al inicio de la Liga 2014-2015. Así, Javi Gracia se había apoyado más en la figura de Ibán Andrés o su preparador físico, Juan Solla, su equipo de confianza, el que lo acompaña en otros proyectos, y Juande escogió a José Gómez, un técnico curtido en varios equipos de la zona levantina.
Al nuevo cometido de Romero se ha sumado la entrada oficial de Weligton en el cuerpo técnico. Desde el lunes el brasileño se ha incorporado a las sesiones de entrenamiento como un ayudante más, después de comenzar la Liga como un integrante de la plantilla, ir convocado a dos partidos (jugó el choque ante el Villarreal), ceder su plaza de extracomunitario a Peñaranda hace semanas al no mejorar de su lesión de rodilla, y no dar pie a que se pueda certificar aún su retirada oficial, porque sigue trabajando para recuperarse.
Los nuevos roles tienen un tanto desconcertada a la afición, que asiste con preocupación a una interminable racha sin triunfos (ocho encuentros), con el riesgo de prolongarse el domingo, con la complicada visita al Villarreal, y después de que el cambio en el banquillo apenas haya supuesto un revulsivo en resultados (un punto de quince).
Por un lado Romero, que hacía un papel de poli bueno en la relación con la plantilla durante casi tres años, se ve ahora en la necesidad de ejercer casi el papel opuesto. Imponer sus decisiones impide contentar a todos por igual. Asimismo, resulta mucho más difícil ejercer la autoridad cuando se procede de un puesto de menor rango en el grupo.
La entrada de Weligton (37 años, y que en agosto hará 38) en el cuerpo técnico supone un reconocimiento del club al malaguismo irreprochable del brasileño, que lleva una década en el equipo y es uno de los extranjeros que mejor se ha adaptado a la idiosincrasia de la ciudad y del Málaga en la historia de la entidad. Por otro, corrobora la sensación de que los capitanes y veteranos tienen ahora mucho más que decir.
El vestuario malaguista aúna juventud y veteranía. A los 36 años de Duda y Demichelis se le suman los 32 de Kameni (a ocho días de hacer 33), Chory Castro y Charles, y los 31 de Torres, por no hablar de Camacho, otro de los capitanes, y líder en la reacción liguera del equipo en la segunda mitad de la pasada campaña.
La era Romero comenzó con un viaje de todo el grupo a Vigo, en su estreno en la competición. En la expedición estaban también Charles y Weligton, de baja médica o federativa. Concuerda con todo lo anterior el fichaje de Demichelis que no fue una iniciativa expresa del director deportivo y que en pocos días ya asume galones, que Duda jugara de titular ante la Real Sociedad o que los canteranos del filial (salvo Ontiveros) hayan desaparecido de las convocatorias, coincidiendo lógicamente también con la presencia de más efectivos disponibles.
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