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Pedro Luis Alonso
Domingo, 5 de febrero 2017, 00:19
La falta de definición, de tino, castigó otra vez al Málaga. No cabe hablar de justicia en el fútbol, un concepto que normalmente es más infiel a los equipos con menos calidad.El asedio del cuadro de La Rosaleda a su rival en muchas fases del partido no tuvo premio. Las estadísticas del choque muestran una abrumadora sucesión de datos que normalmente no suelen traducirse en este deporte en un 0-1 adverso, pero fue lo sucedido ayer.
La ocasión recordó a aquel 0-2 del Villarreal al comienzo de la temporada que generó un intenso debate acerca del estilo del equipo y de la idoneidad de abusar de los centros al área si no había grandes alternativas en el remate. Aquel modelo de Málaga confeccionado en verano a priori para el lucimiento de dos de las principales apuestas en las bandas, Keko y Jony, empezó a estar en entredicho.
El triunfo del Espanyol desenterró estas mismas sensaciones. En pocos encuentros el Málaga colocó tantos envíos al área. El número de ocasiones no fue proporcionalmente alto, como sucediese ante el Villarreal, pero sí al menos suficiente como para haber salvado algún punto. Diego Reyes rescató bajo los palos un remate de Santos. Pese a que el uruguayo se desfondó en beneficio del equipo y estuvo muy activo en el ataque, volvió a estar fallón en la suerte suprema, la de la definición en el área.
Lo mismo sucedió con Charles, que no parece aún en su mejor condición física tras meses de inactividad. El brasileño desaprovechó dos buenos envíos en profundidad de Juanpi sin sacar ventaja, remató mal orientado otra ocasión clara e hizo lucirse a Diego López en una chilena que fue la acción más brillante del choque. Pero la falta de gol, que coincide con la baja por lesión del máximo artillero, Sandro (siete dianas en la Liga) no ha de figurar sólo en el debe de los dos atacantes que fueron alineados durante el partido. A tenor del elevado número de centros al área parece culpa de casi todos los protagonistas del cuadro local.
En efecto, el Málaga colocó 46 centros, más o menos precisos, más o menos cerrados o con facilidades para Diego López.En concreto, botó nada menos que diecisiete saques de esquina, pero además dispuso también de un buen número de faltas laterales cercanas al área o faltas más frontales. Apenas en una de ellas se pudo hablar de ocasión clara, en el doble remate de Santos y Demichelis en el minuto 32.
Pocas batallas ganadas
Fue demasiado fuego para tan pocos daños materiales causados. El Málaga llegó a situar en el tramo final a siete jugadores en el área mientras se sacaba desde la esquina. Pero ni Camacho ni los centrales ganaron muchas batallas por alto tampoco. El saque de banda en largo de Luis Hernández, con máxima eficacia en El Sadar, ayer fue probado en vano en dos ocasiones.
Si el escaso acierto malaguista fue inusual, también lo fue la eficacia del Espanyol, que apenas inquietó de verdad a Kameni. Fueron 19 remates locales (cinco de ellos, a puerta), por cuatro del rival (tres entre los tres palos). Uno de ellos, el de Piatti desde 32 metros de distancia, muy bien dirigido, sorprendió a Kameni, que pudo hacer más.
Para un Málaga que no estaba acusando demasiado su falta de gol en el primer tramo de la temporada, la lesión de Sandro parece haber sido crucial. Su empate en Pamplona (1-1), tras un primer tiempo de claro control, y su derrota ayer parecen reflejarlo claramente. Y al canario le quedan semanas para regresar.
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