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PPLL
Martes, 8 de noviembre 2016, 00:46
Ya lo dijo Juande Ramos en la entrevista con este periódico publicada el 22 de octubre: «El equipo estaba acostumbrado a un tipo definido de trabajo y yo he marcado otro bastante distinto. Con respecto al juego sí existen bastantes diferencias. El estilo que yo ... quiero es diferente y espero cambiarlo con los jugadores». El entrenador del Málaga eludía entrar en comparaciones con su antecesor en el cargo, al que entonces elogió por «un rendimiento a nivel de resultados muy bueno», pero reconocía que buscaba dotar al cuadro blanquiazul de otro sello. Pese a la proliferación de bajas en los últimos partidos y a la necesidad admitida por el propio club de contar con un delantero centro de envergadura, poco a poco se aprecian algunos detalles que confirman la transformación. El más significativo, sin duda, se centra en el capítulo goleador: el equipo acumula en once jornadas 17 goles cuando en la anterior necesitó el doble de encuentros para alcanzar esa cifra.
Durante el primer mes y medio de competición se vivió un debate interno entre el entrenador y los jugadores sobre el estilo más adecuado para el equipo. Así se admite incluso en las oficinas de La Rosaleda. Con el anterior entrenador, Javi Gracia, dio sus frutos en la primera temporada y ligeramente menos en la segunda, aunque en esta sí es cierto que los dirigentes del club pretendían un paso más, una evolución hacia un equipo más creativo y ofensivo.
Armas definidas
Las armas del Málaga estuvieron muy definidas en la era Gracia: presión en la primera línea, organización defensiva para arropar a la defensa y velocidad por las bandas. Y si la presión en la primera línea no era eficaz y el equipo no recuperaba pronto la pelota, el equipo daba un paso atrás, con la cobertura cerca del área y las líneas muy juntas. En la primera campaña el dinamismo de Juanmi y la verticalidad de los Samus fueron determinantes. Hasta que apareció el agotamiento y en el último tercio de Liga el cuadro blanquiazul apenas obtuvo resultados positivos. En el segundo ejercicio con el técnico navarro las dificultades se multiplicaron porque la verticalidad quedó reducida por el traspaso de los Samus al Villarreal salvo en la etapa en que Amrabat jugó en su sitio, en la banda y la distancia hasta la portería rival era considerable. Eso sí, cuando la presión de la pareja Cop-Charles era solvente, las llegadas aumentaban y el contrario sufría más.
El objetivo se cumplió: los centrales, no muy rápidos (Albentosa y Weligton, este por su edad), solieron estar muy protegidos, y habitualmente los medios centro (Camacho, nunca al ciento por ciento físicamente, y Recio) quedaron descargados de trabajo. La conclusión es evidente: enormes dificultades para ver puerta y una mayor seguridad defensiva.
La marcha de Gracia se barruntó mucho antes de lo que pudiera pensarse, razón por la que entre la salida del navarro y la elección de su sustitución apenas pasaron veinticuatro horas. El relevo estaba más que planificado. El director deportivo, Francesc Arnau, pretendía otro estilo para el equipo y, aunque se preguntó por la situación de Abelardo, la prioridad era contratar a Juande Ramos. Entre otras razones, porque el manchego es un entrenador al que le gusta sacar partido del juego por las bandas y era el más apropiado para un plantel que ya contaba con Chory Castro, que había asegurado en enero el fichaje del sportinguista Jony y que tenía casi cerrado el fichaje de Keko. De ahí también que en la planificación estuviera prevista la llegada de un nueve de área que pudiera aprovechar los servicios desde los flancos.
El reto era (y es) tener otra filosofía de juego, basada no tanto en la presión arriba de los puntas que conlleva más desgaste de estos jugadores como que esa presión sea de todo el equipo; es decir, que el bloque juegue más adelantado y con las líneas juntas. De esta forma, siempre es más factible contar con más llegada al área y, sobre todo, con llegada de más jugadores pese a que el juego no sea el deseado (como sucede en la actualidad). Lógicamente para rentabilizar este estilo se requiere más cohesión con el fin de que los centrales no se vean tan expuestos. De ahí que tras la marcha de Albentosa por su pretensión de cambiar las condiciones del contrato ya pactado un año antes se enfocó todo a la búsqueda de centrales que no fueran precisamente lentos. Así llegaron Koné y Llorente, aunque de momento ninguno de ellos ha ofrecido la seguridad esperada.
sustituto de caparrós
El intento de Juande de cambiar el estilo de juego del Málaga tiene un precedente muy claro la transformación que experimentó el Sevilla con él después de sustituir a Joaquín Caparrós. Desde el principio el manchego trató de conseguir (y lo consiguió)que el equipo hispalense fuera otro, con mejor juego, y que el foco no estuviera centrado en sus defensas Javi Navarro y Pablo Alfaro. Ya en la primera temporada, la 2005-2006, el Sevilla de Juande logró 10 goles más y encajó dos menos. De un balance de 44-41 con el utrerano se pasó a otro de 54-39 y, posteriormente, a 64-35. Es decir, la tendencia de tantos a favor fue al alza, y la de los encajados, a la baja. En la campaña 2007-2008 el entrenador malaguista se marchó al Tottenham. Su sustituto, Manolo Jiménez, no varió un ápice la propuesta y el cuadro de Nervión llegó a marcar 75 goles por 49 recibidos.
De momento lo que el Málaga de Juande sí ha conseguido es tener mucho más gol. Incluso con las bajas y sin ese nueve de referencia acumula 17 goles y solo se ha quedado sin marcar en tres encuentros. Si se echa la vista atrás llama poderosamente la atención que la pasada temporada el equipo necesitó el doble de partidos (veintidós) para llegar a esa cifra. Fue el empate a uno en Eibar, obra de Juanpi. En la primera vuelta no pasó de 14 tantos, con un promedio muy bajo. Hace dos temporadas se necesitaron quince encuentros para llegar a esas 17 dianas.
En el polo opuesto se encuentra la faceta defensiva. El Málaga ya ha encajado un gol más (16) que en toda la primera vuelta pasada (15), pero paradójicamente la diferencia en los tiros recibidos es muy escasa. De momento el equipo paga más por errores individuales graves que por una inseguridad propia del nuevo estilo, aunque sí es cierto que los medios centro deben trabajar más al no mantenerse en un rincón de seguridad. Pero el cuadro blanquiazul no concede muchas ocasiones.
De momento el Málaga está en pleno proceso de transformación y así se apunta de puertas adentro del vestuario, pero ya se observa el primer síntoma característico en los equipos de Juande: su cifra de goles es relevante en comparación con años anteriores.
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