Pedro Luis Alonso
Martes, 10 de mayo 2016, 05:32
Una faceta más humana. El entrenador del Málaga, Javi Gracia, habló anoche de su vida y de su carrera profesional en el marco de una charla coloquio organizada por La Térmica, bajo el auspicio de la Diputación de Málaga y con el periodista Paco Cañete como entrevistador del técnico del cuadro de la Rosaleda. Por momentos el navarro se salió del léxico habitual de las ruedas de prensa previas y posteriores a los partidos de competición, aunque se mantuvo cauto en temas más delicados. «Mis maletas como entrenador tienen ruedas, pero mi familia me dice que luego hay que volver aquí. Es una posibilidad que contemplo ya», llegó a decir en referencia a la calidad de vida de la que disfruta en la Costa del Sol.
Publicidad
«Me considero afortunado por haber hecho de mi profesión lo que me gustaba de pequeño. He podido vivir en muchas ciudades y países y conocer culturas diferentes», reconoció antes de ir repasando etapa a etapa las diferentes estancias de su carrera como jugador y entrenador. Fue entonces cuando habló del piso compartido en Lérida con Raúl Ojeda y Txema, una «ratonera»; de los atracones de marisco que se dio todos los viernes por la noche como entrenador del Pontevedra; de cómo conoció en Valladolid a la que sería su futura esposa, a la que tuvo que dejar provisionalmente para fichar por la Real Sociedad; de la subida de sueldo de Uranga, tras el traspaso de Kodro, en el cuadro donostiarra; de su choque con Krauss, de su admiración por Mané o de su frustración por no triunfar en el Athletic.
en Osasuna
Gracia admitió que el momento más duro como entrenador fue su descenso con Osasuna, el conjunto de su tierra natal. «Me quedé dos días y tres noches sentado en el sofá en casa sin moverme. No me sentía con fuerzas para nada. Estaba disgustado». Poco después llegó la oferta del Málaga, una del Espanyol y alguna más que no quiso revelar. Admitió que sus ídolos de pequeño no jugaban en grandes. «Eran Echeverria, Iriguibel y Martín». También habló de su relación con el excolegiado Bueno Grimal. «Me decía en el campo siempre cuando pasaba junto a mí ¡Javi, qué bueno eres! y luego notaba que no se lo decía a nadie más. Ahora tiene un hijo asistente. Con ese no me meto...», comentó en tono jocoso, pero más en serio volvió a mostrar su disconformidad con la expulsión sufrida en Balaídos, la segunda esta campaña «La expulsión de ayer fue injusta. Lo digo de verdad. No debo hablar, pero sí puedo decir que fue injusto». Gracia estuvo arropado en el acto (en la sede de la plaza de la Marina de la Diputación) por el director deportivo, Francesc Arnau su mujer, María José, colaboró en la presentación del acto, y el consejero Antonio Benítez.
«Venían Carlos García y Julen Guerrero más fuertes y me fui a Lérida. Lo hice con disgusto», reconoció sobre esto último, y recordó una anécdota recién llegado de juvenil a Lezama: «Me subió Kendall a entrenar con el primer equipo. Era juvenil y antes de empezar me vino Biurrun y me dijo: Hola, chaval. Vete a casa y dile a tu madre que te ha tocado Vicente Biurrun Me quedé un poco planchado». La curiosidad le sirvió a Gracia para ratificar que hoy no es tanta jerarquía entre jóvenes y veteranos.
El entrenador del Málaga admitió también que, económicamente, ha sufrido menos sinsabores de jugador que de técnico. De hecho, reconoció impagos en el Cádiz y en dos de sus equipos en Grecia: el Olympiacos, donde peor lo paso al estar implicado en amaños deportivos su presidente, y el Kerkyra (en la isla de Corfú). Dicho esto, admitió que su nuevo contrato en el Málaga por tres años supone una subida importante en sus emolumentos. Enseguida vino la pregunta del millón por parte de Cañete, acerca de su cláusula de rescisión, que se ha rebajado, y del riesgo de que se vaya al recibir una oferta. «Me ha llegado el rumor del Sevilla, el Betis (precisamente ayer se hizo oficial la llegada de Poyet), el Espanyol, el Rubin Kazan... No le doy crédito a eso. Tengo un contrato y tengo que estar pensando en eso. No sé si va a venir un club y pagará mi cláusula. Estoy centrado con Arnau en la pretemporada y en nuevos jugadores».
En este aspecto, también dejó claro que entiende las limitaciones del Málaga, pero no comprendería un desmantelamiento continuo de jugadores en cada ventana del mercado. «Mi responsabilidad como entrenador también es apretar a Arnau. Debo ser egoísta, y ahí puede haber desencuentro, pero no porque no piense en el club tampoco».
Publicidad
Durante una hora y cuarto, lo que duró el acto, que se cerró con los chistes futbolísticos de un espectador, hubo tiempo para conocer también al Gracia más humano, al padre de tres hijos, con un hermano ingeniero, con su progenitor fallecido, pero no su madre, y que vivió de pequeño en Goizueta (donde nació José Mari Bakero) por el trabajo de maestro de su padre. «No he corrido encierros porque me lo prohibían, pero la verdad es que no me atrevía», dijo sobre los sanfermines. Además, estudió hasta COU y, en Valladolid, completó la diplomatura de Turismo. «Lo hice más como opción de futuro. Era más de Ciencias, de entender las cosas que de estudiarlas o memorizarlas», argumentó. Su pulsión analítica actual como entrenador lo corrobora.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.