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Juan Antonio Morgado
Viernes, 27 de febrero 2015, 00:43
El Málaga frenó al Barcelona en La Rosaleda en la quinta jornada de Liga con un partido serio no exento de calidad. Mereció incluso ganarle al rival azulgrana, que contaba los cuatro encuentros disputados hasta entonces por victorias y que asustaba con sus 11 goles a favor (2,75 por partido) y ninguno en contra. Solo cuatro días después (el duelo contra los hombres de Luis Enrique fue un miércoles por la noche), los jugadores blanquiazules deambularon por el campo del Getafe y cayeron frente a un rival sensiblemente inferior al que le habían plantado cara con un juego exquisito.
Diecinueve partidos después, las huestes de Gracia vuelven a medirse al Getafe. En esta ocasión, el enfrentamiento con el equipo madrileño será en el campo de Martiricos, pero las circunstancias en las que llega al compromiso son similares a las de la primera vuelta. Recibirá el Málaga al equipo azulón tras conseguir el triunfo más sonado de toda la campaña: 0-1 en el feudo del Barcelona, que había ganado los 11 partidos (de Liga y Copa) anteriores al del pasado sábado.
El equipo blanquiazul frenó al Barcelona en seco el 24 de septiembre con un planteamiento perfecto. Arriesgó incluso Gracia al contar con tres jugadores no habituales hasta entonces: Torres, Samu Castillejo y Juanpi. El lateral madrileño estaba curtido en mil batallas, pero los otros dos salían por primera vez como titulares (mientras que el malagueño había participado en tres encuentros, el venezolano tenía como único bagaje en Primera los 14 minutos jugados contra el Valencia en la segunda jornada). Lejos de acusar la inexperiencia, los canteranos redondearon un partido para conservar en la videoteca de casa. Por su parte, el defensa, que jugó en la izquierda, supo taparle las incursiones a Messi, que acabó descentrado y no apareció hasta el minuto 83, en una internada sin resultado positivo para su equipo. Ni que decir tiene que el resto de jugadores blanquiazules estuvieron a un nivel muy alto.
La de arena
El partido realizado por el Málaga tuvo el eco esperado en función de la enjundia del rival. Los medios de comunicación elogiaron por activa y por pasiva el juego de las huestes de Gracia. Pero solo cuatro días después la realidad del horroroso fútbol practicado en Getafe bajó a los malaguistas de la nube. A pesar de que la derrota se gestó por la mínima, la puesta en escena de los jugadores de amarillo (fue la equipación utilizada en aquella mañana dominical) resultó un fiasco. «Los elogios liquidan al Málaga», tituló la crónica del partido mi compañero Sergio Cortés, que hablaba de una «cura de humildad» en toda regla. Efectivamente, la impresión que transmitió el equipo fue la de acudir sobrado de confianza a la cita con el conjunto azulino.
El equipo blanquiazul, que empezó esta Liga con un merecido triunfo ante el Athletic, saldó esa quinta jornada con un balance de una victoria, tres empates y dos derrotas. Pero el dato preocupante, que se analizó al día siguiente en SUR, era que solo sumaba tres goles, por seis encajados.
Ahora, tras un partido histórico que será recordado por generaciones de malaguistas, el Getafe vuelve a interponerse en el camino del Málaga, que seguro se habrá conjurado para no tropezar dos veces en la misma piedra, algo muy humano. Sin ir más lejos, el central Angeleri, en conversación con este periodista, reconoció que le tienen revancha (ganas) al Getafe y que están deseando enfrentarse al equipo madrileño para poder sacarse la espina «clavada en la primera vuelta».
A pesar de que al duelo del sábado no se le puede despojar del calificativo de partido trampa, el reto del Málaga es doble: superar al Getafe para devolverle el sopapo, y blindar de nuevo La Rosaleda, donde solo ha ganado un partido de los cuatro disputados en 2015.
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