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Juan Antonio Morgado
Martes, 13 de enero 2015, 00:22
El Málaga no solo apuesta por un juego de toque y el buen trato con el balón, sino por un fútbol limpio. Una prueba clara de ello es que en el partido del sábado contra el Villarreal solo cometió seis faltas, una cifra que es la tercera parte (y a veces, la cuarta) de las que suele hacer un equipo en cada encuentro. Contrasta con esto que en el citado choque el equipo blanquiazul fuera amonestado nada menos que cinco veces (contando la advertencia que recibió el entrenador, Javi Gracia), una cifra desproporcionada respecto a las infracciones cometidas.
¿Le están pasando factura sutilmente los árbitros al Málaga por el gol anulado a Iraizoz en el primer partido liguero, contra el Athletic, lance al que se añade el fuera de juego señalado a Aduriz poco antes? Las imágenes demostraron que Mateu Lahoz acertó en ambas decisiones, pero la campaña a nivel nacional se decantó por que al equipo vasco le habían robado el partido. Solo seis días después, el colegiado Estrada Fernández se encargó de restituir el honor arbitral con una tendenciosa actuación en el duelo Valencia-Málaga: expulsó de forma injusta a Sergi Darder en el minuto 27 y le anuló a Juanmi un gol legal en el 53.
Dos partidos seguidos
Más reciente está el error de Fernando Teixeira Vitienes al castigar con penalti un leve contacto de Torres con Hemed en el choque con el Almería del pasado día 3 y que dio origen al gol de la victoria visitante. Una semana después, el árbitro Jaime Latre fue protagonista, junto a uno de sus asistentes, de la anulación del gol de Sergi Darder. El balear no estaba en fuera de juego, pero Amrabat se encontraba en la trayectoria del balón, enviado por Rosales al área adversaria. Lo criticable no es que el colegiado invalidara el gol, sino que lo hiciera tras darlo por bueno tanto él como su juez de línea. Solo la mediación (muy tardía) del cuarto árbitro puede estar detrás de la decisión que perjudicó ostensiblemente al Málaga.
También hubo un criterio extraño a la hora de enseñar las tarjetas. No se discute aquí que las mostradas a los jugadores blanquiazules no fueran merecidas, sino que los futbolistas del Villarreal no fueran amonestados a la primera (como merecieron algunos), sino que gozaron de una segunda oportunidad. Sin duda, debieron ver más tarjetas (cometieron 15 faltas), incluso alguna roja. Como bien aprecia el analista arbitral de SUR, Martín Navarrete, Cheryshev hizo méritos en dos ocasiones para ver la segunda amonestación, que habría supuesto su expulsión. Habría que añadir a otro futbolista del equipo amarillo a este apartado del escaso castigo recibido para los méritos realizados: se trata de Trigueros, que cuando vio la amarilla por una fuerte entrada a Sergi Darder, ya había dado motivos para haberla visto por un lance parecido ante Recio. Tan buen jugador como leñero, el centrocampista del Villarreal debió haberse ido al vestuario antes de tiempo. Sin embargo, los malaguistas tarjeteados (Angeleri, Torres, Samu y Duda este, por protestar y Gracia) lo fueron a la primera, sin advertencia previa. Se observa, pues, una doble vara de medir a los dos equipos por parte de Jaime Latre.
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