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Pedro Luis Alonso
Miércoles, 20 de agosto 2014, 00:06
A falta de que lo sembrado durante la pretemporada comience a dar sus frutos, más de dos meses después de su llegada el hacer de Javi Gracia en el Málaga empieza a ser conocido y valorado.Serán los resultados los que marquen el éxito o ... el fracaso de su método, pero de lo que no hay duda es de que su proceder implica un cambio importante en casi todos los hábitos con sus antecesores. Ya no solo en su forma de trabajo, sino en la manera de conducirse en los entrenamientos y en los partidos.
Gracia es un técnico de club, de emplear casi incontables horas de trabajo en su despacho en compañía de sus colaboradores: su ayudante Marcelo Gato Romero y el preparador físico Juan Solla, además del preparador físico, Iñaki Arteaga, y el auxiliar Iban Andres, que destripa en vídeos los entrenamientos y los partidos. En este sentido, la figura de Gracia, al que es habitual verle en la zona de oficinas de La Rosaleda, se puede asemejar más a la de Antonio Tapia que a la de sus dos últimos predecesores, marcados ambos por el denominador común de haber dirigido en el Real Madrid.
Los entrenamientos denotan otra actividad en Gracia respecto a los últimos. El navarro es protagonista absoluto de las sesiones. Nada que ver con Schuster, que delegaba casi toda la dirección de los mismos a su ayudante, Fabio Celestini. La actitud del técnico es hiperactiva. Durante el trabajo en pretemporada ha insistido mucho en la capacidad del equipo para combinar en espacios reducidos y en la respuesta inmediata defensiva a las pérdidas de balón en las que se incurra. Han sido frecuentes los ejercicios en los que Gracia se dejaba la voz con sus correcciones y su vehemencia en los gestos. Al contrario que con Schuster, es Romero el que ha asumido un rol secundario.
Otra diferencia importante es que con Gracia es mucho más habitual que se celebre entrenamientos de puertas abiertas para el público. De momento ya ha habido dos jornadas en La Rosaleda, pero está previsto que durante el curso se celebren muchas más. En el trabajo de los equipos de fútbol de élite la tendencia general es que se desarrollen a puerta cerrada, porque cobra más valor el secreto en el trabajo de la estrategia. Sin embargo, Gracia parece consciente de la importancia de que el equipo mantenga un fuerte vínculo con sus seguidores.
Comunicación constante
En los partidos el comportamiento de Gracia es acorde con su hiperactividad diaria. Ya no solo porque apenas se sienta en el banquillo. Sus indicaciones a los jugadores son constantes. No deja de comunicarse con los suyos y trata de anticiparse a cada lance. Schuster apenas asomaba desde el banquillo, y Pellegrini no se comunicaba de una forma tan continua.
En su filosofía del juego, la de Gracia no dista tanto de la de Schuster o de la Pellegrini. El afán ofensivo y la aspiración de ser protagonistas de los partidos les une a todos, aunque lógicamente la plantilla que han heredado el alemán o el pamplonica poco tienen que ver con las que tuvo el chileno, que también aterrizó al principio en un grupo con problemas de confianza y serias dificultades para la permanencia.
«A mí me gusta ganar, pero no de cualquier manera. Eso tiene un recorrido muy corto», afirmó en su presentación, y durante el verano ha insistido en el valor relativo de los resultados en pretemporada. Le importa más comprobar que el equipo asume los conceptos defensivos y ofensivos que se trabajan en el día a día. Su sistema, un 4-2-3-1, emplea especialistas en las bandas, a diferencia de Pellegrini, y le concede una importancia singular a las acciones de estrategia, de las que espera que puedan aportar muchos puntos en el futuro. Su apuesta es que el equipo se muestre muy fluido en ataque.
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