El Málaga acabó el partido sin remates a puerta

El conjunto entrenado por Pellicer no vio puerta porque no remató entre los tres palos. Así de sencilllo y de crudo. Su falta de verticalidad y la carencia de recursos exhibidas para penetrar por dentro o por fuera, incluso a balón parado, cristalizó en una ausencia casi total de opciones para haber marcado, frente a un rival que triplicó o más el volumen de remates y los goles.

Lastrado ya por el tanto tempranero de Agustín Álvarez, mal defendido a todos los niveles, incluso en la portería, lo más peligroso del Málaga fue un centro hacia atrás de Antoñito que no conectó bien Manu Molina. Ya cuando quedaban cuatro minutos para el noventa, un tiro cruzado de Larrubia. No hubo más.

El desorden y la falta de recursos fue absoluta. El Málaga pasó del despliegue intenso de la primera parte a perderle la fe al partido, viéndose incapaz. Pellicer no quiso jugarse la baza de los dos puntas, seguramente por temor a perder más control del balón ante un rival que la conserva muy bien. Castel suplió a Dioni, y cuando entró Baturina, ahora sí con un 4-4-2, acababa de llegar el 0-3 y la reacción era poco menos que imposible a falta de trece minutos para el final.

El Málaga, que podía presumir de ser uno de los tres equipos invictos en el torneo, pierde de forma más que merecida esa condición en su peor actuación del curso. El Racing, líder de Segunda División, y el Eibar, todavía pendientes de jugar en esta séptima jornada con los únicos que siguen sin perder.