Poca o ninguna dificultad en el control del juego tuvo el colegiado madrileño Ortiz Arias. Desde el inicio mantuvo la concentración y frescura adecuada, consecuencia del fenomenal nivel físico que posee, lo que le permite una situación óptima en el ritmo del partido. Le acompaña ... también una serenidad a raudales, transmitiendo a todos seguridad en sus decisiones. No se entiende que a los quince minutos hubiese que parar el juego para comprobar el estado de batería en el sistema de comunicación del asistente Santiago Sacristán.
Lo positivo: Una vez más me gustó Ortiz Arias. Pese a no atesorar experiencia en la categoría, esta será su segunda, sí que parece que lleva en ellas unas cuantas. Ayer el partido de Montilivi no le ofreció dificultad alguna en su dirección, ni aparecieron jugadas complicadas que resolver.Ayuda mucho el comportamiento de los jugadores, sin presión de las gradas, como son todos los que se están celebrando en este periodo de Covid-19. En cualquier caso, habrá que seguir su trabajo en partidos de más complejidad.
Lo negativo: El hecho contado de parar el juego al primer cuarto de hora, para testar el estado del mecanismo de comunicación del equipo arbitral, fue lo más negativo. Por fortuna, sin incidencia, pero parece razonable que esto se cumplimente en el vestuario. Controló a buen nivel el aspecto disciplinario mostrando tres amarillas a los malaguistas: a Benkhemassa, por disputar de forma peligrosa el balón ante un contrario; a Joaquin, por clara zancadilla ante Moreno, y a Chavarría, por un encontronazo con Samu Sáiz, y esta la pudo evitar. En el Girona la vieron Jordi Calavera y Bueno, por sendas entradas al contrario.
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