N'Diaye y Lumor como ejemplos del despropósito

Que la situación con N'Diaye haya llegado a este punto resulta lógico. Ahora se puede hablar de su 'desaparición', pero, seamos sinceros, el senegalés hace ya muchos meses que se borró por esa permisividad de Pepe Mel con ciertos jugadores que ha acabado por pasar factura. Ni el madrileño ni Sergio Pellicer pueden irse de rositas porque el actual entrenador debería haber ahorrado al malaguismo el bochorno de ver a un futbolista con ese aspecto físico tan indecente. El teórico medio centro titular, que también se reservó en la segunda vuelta de aquella temporada de los 'play-off' para llegar bien, sin problemas físicos, al Mundial (que pregunten a sus entonces compañeros), tendría que haberse quedado en la grada o en casa desde que empezó a dejarse llevar.

Casi al mismo tiempo que costaba encontrar a N'Diaye, el club anunció el despido de Lumor, ese esperpéntico fichaje bendecido hasta la saciedad por Mel y que deja en evidencia a Manolo Gaspar, que no lo tenía tan claro y que, sin embargo, lo había traído a prueba pese al nulo compromiso del ghanés en tantísimos equipos. Pero, de verdad, ¿qué habría costado esperar a mañana lunes o al martes (o a ayer mismo) para confirmar su salida cuando ahora el equipo va a tener diez días de parón? Desde luego, queda claro que manejar los tiempos no es precisamente una de las virtudes de los dirigentes malaguistas.