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Para los entrenadores sólo hay una verdad cuando las cosas no salen y son destituidos: refugiarse en la familia y seguir viendo fútbol para estar preparados cuando llegue la siguiente oportunidad. Así lo explica desde Alhaurín de la Torre Miguel Rivera (Málaga, 1961), que estuvo ... al frente del Melilla, el próximo rival del cuadro de Martiricos, hasta la novena jornada de Liga. Habla del Málaga en primera persona y exterioriza el agradecimiento y los buenos recuerdos que guarda de la entidad norteafricana: «Ha sido mi segunda casa. Nada más que puedo ser el mejor embajador de Melilla porque el trato ha sido extraordinario».
El nudo de la conversación giró alrededor del que fuese su club hasta finales de octubre, uno de los equipos que más han retocado su plantilla este invierno con el objetivo de salir de los puestos de descenso. «Ha cambiado muchísimo desde que me fui. Nosotros empezamos con una idea y, evidentemente, nos equivocamos, porque no conseguimos los resultados, y llegó un director deportivo con una idea diferente. Empezamos apostando por la igualdad económica y por ser una familia, un modelo que nos dio tan buen resultado la temporada anterior, consiguiendo el ascenso de forma directa. Me equivoqué pensando que con una economía muy ajustada podíamos mantener la categoría», cuenta sobre su periplo, recalcando la dificultad que tiene la ciudad de Melilla para atraer jugadores con los recursos justos.
Catalogó de «totalmente diferente» la realidad del Melilla tras su salida, con más de una decena de caras nuevas y muchas piezas que cohesionar y encajar. «Se mantiene la portería, pero los laterales son todos nuevos y en el centro del campo también. Han cambiado más del 50 por ciento de la plantilla». No obstante, afirma que su nivel ha crecido con los refuerzos y apunta a que hay jugadores «con calidad de sobra para crear problemas».
Habló también del duelo, que se disputará el domingo, a las 12.00 horas, como «un partido muy motivacional para la ciudad» y añadió que «la afición va a apretar mucho». El partido se jugará en el Álvarez Claro, hogar del Melilla, que es también el único campo de césped natural allí, donde juega y se entrena en la mayoría de sus sesiones el próximo contrincante del Málaga. «No tenemos complejos ni ciudades deportivas, como otros equipos. El campo no está hecho una alfombra, pero es por esas circunstancias. Es uno de los mejores de la categoría en cuanto a dimensiones», agrega sobre el feudo melillense, en el que afirma que intentará estar para disfrutar del partido en directo.
Rivera, criado en Carranque, asistió el domingo a La Rosaleda, al encuentro que enfrentó al Málaga con el Atlético Baleares. «Fue una primera parte espectacular. Me encantó», introduce. Destacó la actuación de Ferreiro, para el que destacó su astucia y su capacidad de pase y asistencia, más allá de la explosividad propia de los extremos y que ha caracterizado al nuevo fichaje malaguista durante toda su carrera. «Crea muchas dudas en la defensa contraria con sus movimientos, su capacidad de posesión y de circulación», dijo acerca del '7' del Málaga. También destacó el papel de Roberto: «Estuvo espectacular en la finalización». Como malagueño que es, habló de las aspiraciones del equipo de su tierra en primera persona: «Todos los equipos tienen sus baches, pero nosotros nos vamos a afianzar y vamos a crecer. Soy muy optimista». Destila tranquilidad al hablar de los 'play-off' y de los diez puntos que separan al equipo del sexto clasificado: «Ojalá estén tranquilos porque eso da mucha seguridad».
Forma parte de esa estirpe de técnicos que nunca se vistieron de corto en la élite. Se labró el futuro desde abajo en un tiempo donde conseguir el título de entrenador resultaba más engorroso que ahora. «Antes era super dificultoso. Había un número de plazas. Cuando yo me presenté había sesenta y éramos miles. Si no la conseguías tenías que esperar cuatro años», explica.. Era casi tan complicado como aprobar unas oposiciones. «Soy un entrenador muy humilde, de un barrio muy humilde, de los que han tenido que trabajar muchísimo, porque nunca pude presentar un currículum de jugador en el fútbol profesional. Empecé en las categorías inferiores hace cuarenta años. Mi camino ha sido más difícil que el de otros que terminaron su carrera en Primera División, con todo mi respeto hacia ellos», relata sobre su historia.
Es, además, uno de los técnicos más experimentados de la tercera categoría del fútbol nacional. Hoy por hoy, su situación actual se resume en «ver, escuchar y esperar», pues los entrenadores destituidos no pueden volver a sentarse en un banquillo hasta la siguiente temporada. «A ver si hay suerte y tenemos la oportunidad de seguir trabajando en esta pasión de vida que uno tiene», concluyó.
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