El Málaga contó el lunes por la noche con la mejor versión de Munir. El guardameta melillense, necesitado de una actuación que reforzara su confianza tras la aciaga tarde frente al Huesca, brilló en el momento clave, en un compromiso crucial desde el punto de vista deportivo y, sobre todo, anímico. Su papel en esta recta final de la Liga va a ser decisivo para la consecución del objetivo de la permanencia y así lo entienden en el vestuario.
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Desde que llegó al Málaga tras acabar contrato con el Numancia, la trayectoria de Munir ha marcado la del propio equipo. Para bien y para mal. En los mejores y los peores momentos. Por eso, en el seno de la plantilla todos valoran hasta qué punto es imprescindible que el internacional marroquí ofrezca su mejor nivel. Esa situación se ha acentuado esta temporada debido a que es el único guardameta con ficha profesional.
Hasta qué punto la competencia influye en que Munir sea más o menos regular tampoco es una cuestión anecdótica. La pasada temporada el melillense tuvo un rival de empaque, Kieszek, que le exigió rendir a un alto nivel. Aunque el polaco estaba muy por debajo en el día a día en los entrenamientos, era un competidor extraordinario, lo que se demostró siempre que tuvo que ocupar la vacante del titular debido a los compromisos internacionales de la selección marroquí.
En la presente campaña los problemas económicos del club y el desbocado tope salarial con el que el Málaga cerró el mes de agosto impidieron que el club pudiera incorporar a otro guardameta profesional. Lo intentó incluso una vez concluido el mercado veraniego con Lizoain, que estaba en paro y que finalmente recaló en invierno en el Mirandés. De este modo, los competidores pasaron a ser los cancerberos del filial, Kellyan y el todavía juvenil Gonzalo.
Durante este ejercicio Munir ha faltado en contadas ocasiones y a la postre Gonzalo ha dispuesto de más opciones que Kellyan –de hecho, ha sido el suplente en los dos encuentros desde la reanudación del campeonato–, pero, igual que los técnicos confían plenamente en los jóvenes, también entienden que este tramo final entraña una enorme responsabilidad para ellos.
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A la decepcionante actuación de Munir frente al Huesca le siguieron durante los días sucesivos las muestras de apoyo de técnicos y compañeros al melillense. Y la respuesta de este en Tenerife fue la esperada. Más allá de sus intervenciones, que a la postre fueron decisivas para la consecución del empate en el Heliodoro Rodríguez López, el guardameta titular blanquiazul transmitió seguridad y aplomo. Muy especialmente, lo hizo en las acciones por alto y en el blocaje de todos los disparos de futbolistas rivales.
No obstante, es evidente que estuvo rápido para salvar un gol en la línea tras rechace del palo derecho, ágil en dos apariciones del delantero Dani Gómez (una en cada periodo) y providencial al tirarse con todo para evitar que Nahuel marcara en una acción embarullada cuando ya se acercaba al final. «Necesitamos al mejor Munir», apuntaban días atrás en el equipo. Y el mejor Munir apareció en el momento crucial, en un partido con enorme valor numérico y, sobre todo, anímico. Ahora el melillense vuelve a estar sobrado de confianza.
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