"¡¡Esta camiseta, no la merecéis!!"

Fue una jornada de lo más surrealista en La Rosaleda, en la que se pasó de dar todo el apoyo al equipo y llevarlo en volandas durante el choque a la mayor pitada al conjunto al final del mismo que se había oído en años. Durante varios minutos los jugadores permanecieron en el terreno de juego, reuniéndose en el círculo central, expectantes por si había perdón por parte de la afición, pero no llegó, sino más pitos. Ya con los protagonistas en los vestuarios la Grada de Animación prorrumpió en cánticos habituales, en otro detalle más que sintomático.

Antes de este final tan decepcionante, el malaguismo puso todo de su parte. Se vio la mejor entrada de la campaña en La Rosaleda, en el partido más determinante, el que debía asegurar la permanencia, y al final se dio, pero de la forma menos previsible. El Málaga lo logró por deméritos rivales, con las derrotas del Amorebieta (5-0 en Cartagena) y de la Real Sociedad B (3-2 en Huesca), no por méritos propios, ante un Burgos con bajas y que no se jugaba nada.

Nada menos que 25.389 aficionados en el feudo de Martiricos, dato oficial que aportó el club de sus tornos, pero que no cuadra con el aspecto visual del estadio. Porque, ¿realmente habrían cabido algo más de cuatro mil personas más, teniendo en cuenta que el aforo es de 30.044? No dio esa impresión, al margen de un vacío en la esquina alta de Preferencia reservada siempre a la afición visitante (en la que había unas decenas de burgaleses).

También resultó sorprendente el dato final si se considera que se puso el cartel de 'no hay billetes' en las taquillas el viernes (al ser 'partido de alto riesgo' no se iban a poder abrir en todo caso las oficinas de venta el sábado), lo que corrobora que hubo socios que no accedieron al estadio a pesar de la promoción de ofrecer una entrada gratis a cada uno y un descuento del 20% en el abono de la próxima temporada si se confirmaba la opción de acudir al campo con acompañante.

En cualquier caso, fue la mejor entrada de esta campaña, superando los algo más de 22.128 espectadores registrados ante Las Palmas allá por noviembre, en el último triunfo local (2-1) de la temporada, otro detalle increíble. El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, presidió el palco, en el que también hubo lleno con numerosas autoridades.

El mejor documento previo para motivar a la tropa de jugadores no fue ningún vídeo ni montaje. Bastó con presenciar al fenomenal pasillo de aficionados en la Avenida de la Palmilla más de hora y media antes del choque. Con el colorido de las bengalas y los cánticos de centenares de seguidores, tembló la carrocería del autobús tuneado del equipo, ante las palmadas cariñosas de los más forofos, en un recorrido lento pero emocionante.

Con la piel de gallina aún el Málaga saltó al campo recibido por una gran lona de la Grada de Animación, que mostró en todo su anillo inferior el mensaje de 'Y entonces como ahora defiendo Málaga', a la salida del equipo. El exceso de revoluciones de la adrenalina no fue perjudicial en dos primeras ocasiones que pudieron haber cambiado ya el sino del partido, en ocasiones en solitario entrando por el centro de Vadillo y, más tarde, Chavarría. El argentino marcó, pero hubo fuera de juego y la consulta al VAR lo ratificó por centímetros. Pero después el equipo se diluyó, apenas generó ocasiones, encajó un gol en un tremendo error ofensivo y no fue capaz siquiera de darle otro ritmo al choque.