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MARTÍN NAVARRETE
Lunes, 16 de octubre 2017, 07:26
No sorprendió el arbitraje del castellano-leonés González González, muy en la línea que lo distingue, nada brillante en sus decisiones ni en sus movimientos, En definitiva, un trabajo bastante mediocre. Ayer tuvo un partido que no ofreció dificultad alguna y que sólo requería controlar ... la tensión que los jugadores locales mostraron, sobre todo a partir de la debacle malaguista. La segunda amonestación que mostró a Recio, y que justifica su expulsión, pudo evitarla. Ir en busca del malaguista por algún rifirrafe con un contrario es encender el fuego en un momento del encuentro complicado, aunque el capitán lo provocara con su actitud con el rival.
Su mejor parcela es la seriedad que muestra en sus movimientos y la relación que mantiene con los jugadores, a excepción de la comentada con Recio. Muestra atención y consideración con todos. Su situación en los lances del juego es correcta y adecuada, fruto de la experiencia que atesora. Soporta con nota cuando el ritmo del partido se acelera, como sucedió en algunas fases, pese a su edad.
La faceta disciplinaria fue lo más mediocre de su actuación. Comenzó muy decidido con las acciones que representaban la primera amonestación, y bastante más dubitativo con las posibles segundas amarillas. Debió amonestar a Zaldua en el minuto 31, diez después de la primera, por claras manos cortando un contragolpe por no ser jugada 'prometedora', nuevo término acuñado por los responsable técnicos del arbitraje español, y que el fútbol no lo llega a entender. A Baysse también le perdonó en su marcaje con Amrabat la segunda tarjeta.
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