Ya sabíamos que el Málaga no podía afrontar este partido con más moral que el Alcoyano. Eran demasiadas bajas. Pero lo que no llegamos a ... pensar siquiera es que una posible derrota se produjera así, incapaz de remontar o igualar el 0-2 que ya figuraba en el marcador a los 20 minutos de juego. Es triste que la historia de los últimos años pueda repetirse y, por lo que estamos viendo, va a repetirse. Las reiteradas lesiones no pueden justificar tanta pobreza de juego y de espíritu cuando, además, la diferencia con otras plantillas debiera ser tan evidente como así creíamos. O se nos hizo creer. A la solución hay que meterle mano ya. Sin basar esa su posible solución en el mercado de verano. ¿Dónde se compra la fortaleza, la ambición o el pundonor?

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La verdad es que el fútbol, empezando por el de élite, es actualmente un mar de dudas. Los jugadores van cayendo lesionados aquí y allá, y en muchos casos lejos de sus respectivos equipos, que en el calendario oficial, constan como de descanso como si de escolares se tratara. Hay jugadores a los que se les exige un mayor y continuado esfuerzo a tono y contrapartida de lo que ellos han exigido en sus contratos. Y los hay que caen en el desarrollo de un partido en los que de enfrente emplean a veces un ardor desmedido. Ser convocado por la selección empieza a ser preocupante y hasta peligroso.

El Real Madrid anda por la docena de bajas y en el Barcelona ocurre otro tanto, con sus figuras en dique seco. Buscan la explicación en la preparación física, pero se esquiva el hecho de que son los propios clubes los que 'queman' a sus jugadores con vuelos transoceánicos y a países de Oriente en la pretemporada de adaptación y planificaciones física; después vienen las consecuencias, y por si fuera poco, la selección. El último caso es la seria lesión de Gavi en el partido del domingo ante Georgia. Que no es, precisamente, el caso de este Málaga nuestro al que urge espabilar. Sin dejarlo para después.

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