«Esa pregunta la respondo la semana que viene». Estas fueron las palabras de Manolo Gaspar, durante la presentación de Sergio Pellicer como entrenador, al ser preguntado sobre si contemplaba la dimisión como director deportivo del Málaga. Y es previsible que el responda afirmativamente a este cuestión en la comparecencia que anunció para estos días, seguramente para mañana miércoles. El paleño está ante el final de su etapa como responsable deportivo del equipo de su tierra, un periodo que arrancó de una forma casi heroica y que ahora se ha convertido en una pesadilla para el exfutbolista por los malos resultados del equipo y la amenaza de un descenso, que sería catastrófico, a Primera RFEF.
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Las críticas se acumulan y la afición lo señala de una forma clara y directa como el responsable de la deriva del Málaga esta temporada. Su apuesta fallida con algunos entrenadores y la confección de una plantilla con carencias, pese a los grandes fichajes, lo sentenciaron. De hecho, la temporada comenzó con las mejores expectativas posibles, con el objetivo puesto ya nada menos que en el ascenso. La llegada de Rubén Castro supuso la guinda de un proyecto que estaba entre los favoritos. Pero el plan de Manolo y, sobre todo, Pablo Guede, no funcionó. La ausencia de extremos, el juego interior y la apuesta arriesgada en los laterales supuso muy pronto el primero de los fracasos de la campaña. Ahí comenzó una rectificación que concluirá esta noche con el cierre del plazo de fichajes. Llegaron tres nuevos jugadores, dos de ellos atacantes, lo que compensaba un poco más la plantilla. Mientras tanto, la mala trayectoria también se llevó por delante a Pepe Mel, dándole paso a Pellicer estos últimos días.
Pero el problema estaba ya ahí. Porque la campaña pasada también fue nefasta, si bien el equipo pudo salvarse (quedó el último entre los que no descienden) por el bajo nivel de los rivales que finalmente perdieron la categoría. Las dos temporadas anteriores (incluida esta) fueron, sin duda, fallidas, pero el fiasco de la que está en marcha era menos previsible, lo que acentúa el malestar de los seguidores en la persona del director deportivo, el encargado de los fichajes de los entrenadores y de los jugadores. Tras la salida de Pellicer, Manolo apostó por José Alberto López, pero el buen comienzo dio paso a malos resultados y disputas internas que derivaron en la destitución del asturiano, lo que marcó ya el comienzo del fin del director deportivo.
Las peticiones de dimisión o despido del director deportivo va a más. La Grada de Animación, por ejemplo, ha decidido no apoyar al equipo desde el próximo encuentro si no hay destituciones, si bien en este caso piden la cabeza de más responsables de la entidad de Martiricos. Y todo ello ha coincidido con el mercado invernal de fichajes, lo que ha hecho que cualquier decisión se aplace hasta el final del mismo (concluye esta noche). Y de inmediato quedará todo aclarado, lo que abrirá una nueva etapa en el club blanquiazul, pues de inmediato también está previsto que se incorpore el que será el nuevo director general del club, Kike Pérez, como ya adelantó este periódico (todavía es el responsable de Negocios del Cádiz).
La primera parte del trabajo de Manolo en el Málaga, sin embargo, fue impecable. De hecho, se convirtió, junto a Pellicer y el propio administrador judicial (José María Muñoz), como los grades salvadores del equipo y la entidad tras la intervención del club y la salida de los Al-Thani. Aunque el director deportivo llegó algo antes. Fue inicialmente el sustituto de Caminero, de forma interina, todavía con el jeque al frente de la entidad, en octubre de 2019 (más de tres temporadas). Pero el gran reto le llegó cuando salieron los dueños y, para colmo, apareció el peor momento del Covid. El desastre parecía próximo, pues a los pésimos números del club, su insostenible economía, se unió el caos de la pandemia y la ausencia de ingresos. Ahí sí brilló Manolo y el resto del club para sacar adelante un proyecto muy complicado. Pero la campaña siguiente, la 20-21, fue casi peor, pues el Málaga fue sancionado y sólo podía disponer de dieciocho fichas (y los fichajes sólo percibían el mínimo de Segunda, sobre los 80.000 euros).
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Con Pellicer en el banquillo, se obró el milagro y el Málaga no sólo se salvó en inferioridad de condiciones, sino que alcanzó la duodécima plaza. Pero ahí se rompió el idilio entre el entrenador, Manolo y el club, pues el técnico acabó completamente estresado y sin ganas de seguir, que fue lo que ocurrió. Entonces llegaron los problemas, aunque parecía que el incremento presupuestario, la disponibilidad de más dinero, iba a compensar cualquier deficiencia. Pero no fue así, como se está viendo, y Manolo quedó definitivamente señalado, lo que pondrá fin a su etapa en su club, el de Martiricos.
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