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El malaguismo se ha reactivado. Sólo ha sido necesario un empate en Eibar para que recobre la ilusión. Y lo hace en una semana que se antoja definitiva –esta vez parece que sí– después de la notable imagen ofrecida por el equipo en el ... estreno de José González en el banquillo y ante los compromisos de sus rivales el próximo fin de semana.
Como casi siempre, a tenor de la clasificación, habrá tenga una visión optimista,0 igual que otros mantendrán sus dudas. Efectivamente, en el primero de los casos, el Málaga ha reducido su desventaja en un punto sobre la zona de permanencia (de siete a seis puntos), mientras que en el segundo recurrirán a otros dos aspectos no tan favotables: el equipo vuelve a ser colista seis jornadas jornadas después y además el Alavés, hace poco a su altura, sí ha confirmado su despegue y ya aparece siete puntos por encima (por más que el domingo regaló dos puntos con el partido ya ganado frente al Leganés con 2-0 en el marcador).
Para zanjar ese debate, el nuevo técnico malaguista lanzó tras el choque en Ipurua un mensaje que engloba cualquier perspectiva: «Hay que valorar la imagen más que el propio punto». A eso se aferra el malaguismo y, obviamente, el vestuario. Si algún equipo hizo merecimientos sobrados para obtener el triunfo el lunes por la noche en el recinto eibarrés, ese fue el Málaga. Tuvo el partido donde quiso durante muchos minutos y disfrutó de ocasiones más que sobradas para asegurarse los tres puntos.
La férrea colocación, el sistema de ayudas y la presión al Eibar (pese a que esta no fue muy adelantada) permitieron cerrar espacios y neutralizar las vías de acceso del contrario, aunque para el aficionado tal vez lo que más quede sea el esfuerzo titánico de los jugadores ante el nuevo entrenador. Por eso ha quedado en anécdota el detalle, suficientemente llamativo, de que Jose optara en su estreno por el mismo once inicial utilizado por su antecesor, Míchel, en el que fue su encuentro de despedida, en Getafe.
Toda la ilusión generada por ese empate tan injusto como insuficiente se vuelca ahora en el próximo compromiso del equipo. Es en el propio vestuario donde sus componentes otean la próxima jornada como el momento clave. Durante la temporada ha habido muchos, pero esta vez sí que es un ahora o nunca. Por el propio compromiso y por los que deben afrontar sus rivales directos. No es sólo cuestión de tópicos («el empate hay que hacerlo bueno ganando en casa», es la frase manida), sino de encadenar por fin esos dos resultados positivos que no han llegado en los cinco meses previos y que generarían una enorme convicción y una fe ilimitada en que la remontada es factible.
Sábado 27
Deportivo-Levante (13.00)
Málaga-Girona (18.30)
Domingo 28
Barcelona-Alavés (20.45)
Atlético-Las Palmas (16.15)
La cita en casa frente al Girona (el sábado, a las 18.30) es crucial porque de vencer implicaría un serio aviso a los rivales de que el Málaga no está muerto. Bien es cierto que se trata de un rival al que demasiados aficionados menosprecian en todos los puntos de España por tratarse de un debutante en la élite, pero conviene recordar que cuenta con una inversión descomunal vinculada al Manchester City y a Pep Guardiola, que juega casi de memoria con un sistema implantado desde hace años por su entrenador (Pablo Machín), que precisamente por su condición de recién ascendido tiene ‘hambre’ y que el pasado fin de semana, por ejemplo, plantó cara al Atlético de Madrid y obtuvo un meritorio punto en el Wanda Metropolitano.
Pero la importancia de la jornada también reside en los rivales directos. Dos de ellos afrontan difíciles compromisos a domicilio (el Alavés visita al intratable Barcelona mientras que Las Palmas comparece en el feudo del Atlético) y los otros dos, Deportivo y Levante, se miden entre sí el sábado en una cita a vida o muerte. De un lado, un tropiezo de los locales certificaría que el equipo no termina de arrancar con Cristóbal; en caso contrario, el cuadro granota agravaría una racha adversa de muchas jornadas por sus carencias ofensivas y caería a zona de descenso por primera vez esta temporada y en visperas de visitar al Madrid y de volver a disputar dos encuentros consecutivos fuera (en Mestalla y en Anoeta).
Precisamente si se analiza el calendario queda patente la relevancia del encuentro del sábado frente al Girona. Sumar cuatro puntos en dos partidos dispararía la moral del equipo cara, sobre todo, a la visita a Las Palmas, pero también a la doble cita en casa contra el Atlético y el Valencia. El malaguismo vuelve a ilusionarse. Sólo falta que el equipo responda de una vez por todas.
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