Juan Carlos y Dani Pacheco, en aquel duelo ante el Zaragoza. ÑITO SALAS

Un Málaga-Zaragoza fue el último partido prepandemia

Se reedita el domingo este duelo, justo antes de que se suspendiera la competición por tres meses, en una temporada, la 2019-20, muy difícil para el club de Martiricos ante las 18 fichas profesionales y la ausencia de público

Miércoles, 22 de enero 2025, 12:36

El Málaga-Zaragoza del domingo en La Rosaleda (18.30 horas) reedita, casi un lustro después, el último partido de fútbol que se jugó en ... la ciudad antes del cierre por la pandemia del Covid-19. La cita, disputada el 8 de marzo de 2020, de la jornada trigésima primera en Segunda, se saldó con un 0-1 (gol del colombiano Luis Suárez) que colocaba segundo, a un punto del líder, al cuadro maño, mientras que el Málaga estaba decimoquinto, con tres puntos de colchón sobre la zona de descenso.

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Quedaban aún once jornadas, pero la semana siguiente los organismos deportivos comenzaron a tomar conciencia del problema y LaLiga decidió suspender la competición el día 12 de marzo, y el paréntesis se prolongó tres meses. El Málaga reapareció con una derrota en casa ante el Huesca de Míchel (1-3, con goles de Sadiku, para los locales, de Ferreiro, que luego sería malaguista, Raba y Rafa Mir de los visitantes) y se preparó para un calendario condensado en el que peleó por garantizarse la permanencia, jugando ya a puerta cerrada.

Otra acción de aquel partido previo al cierre de la competición. ÑITO SASLAS

Sin resultados contundentes en cuanto a la faceta goleadora, pero con muchos empates, el equipo fue arañando puntos en pos del objetivo: 0-0 en Tenerife, 1-1 contra el Extremadura, 0-0 en Lugo, 2-0 al Girona, 0-0 en Vallecas, 0-0 ante el Albacete, 1-0 al Deportivo y 2-1 en Gijón. Quedaban dos partidos, pero el 2-0 al Alcorcón el 17 de julio cerró la permanencia matemática, antes del 0-0 final en Almería.

Fue una temporada especialmente difícil para el Málaga, que además del 'handicap' que tuvieron todos sus rivales de competir a puerta cerrada, aspecto especialmente sensible para el cuadro de Martiricos, con una de las masas sociales más numerosas, se sumó el límite de fichas profesionales en la plantilla, dieciocho. Esto obligó a Sergio Pellicer a hacer juegos malabares en muchos encuentros, porque si coincidían en el campo cuatro jugadores con dorsal del filial el equipo se exponía a un grave riesgo de incurrir en una alineación ilegal si expulsaban o se lesionaba un profesional. El problema se agravaba con lo intenso del calendario final, pues en poco más de un mes, jugando encuentros entresemana, se puso fin al campeonato.

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