Ahora o nunca. Así de simple. Quince partidos por delante, una desventaja de ocho puntos (gracias al Villarreal B), un calendario terrorífico a corto plazo (a la vuelta de la esquina, Granada, Levante y Las Palmas) y la necesidad casi garantizada de obtener al menos ... ocho victorias. El Málaga afronta esta noche en La Rosaleda (21.00 horas, Vamos) probablemente el partido más dramático en 25 años, desde que irrumpió con fuerza en el fútbol profesional. Una nueva hecatombe sería el mazazo definitivo al ya maltrecho estado anímico de los aficionados y, lo que es peor, de los jugadores.
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Enfrente, precisamente hoy, el modelo a no seguir cuando se produjo el desplome a Segunda hace ya casi cinco años, el Zaragoza, alejado de la élite desde hace casi una década. «Un partido de todo o nada». Más contundente, imposible. La definición de Sergio Pellicer sobre este encuentro refleja el callejón sin salida al que está abocado hoy por hoy el Málaga. Porque así, como el que no quiere la cosa, el equipo está a un paso de cerrar el segundo tercio del campeonato y únicamente ha sumado cuatro victorias.
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Borja Gutiérrez
Borja Gutiérrez
Obviamente, los jugadores ya no recurren a la cantinela de tantos meses, «todavía queda mucho por delante...». No, la realidad es que al Málaga ya no le queda margen. O espabila hoy o el descenso será casi una realidad. Catorce partidos parecen muchos, pero también parecen muchas las victorias a conseguir en los últimos tres meses de competición. Y encima también la cifra de derrotas debe ser mínima... Las cuentas ya comienzan a no salir.
Porque, al filo del precipicio, el Málaga debe ofrecer desde hoy un cambio radical: ser consistente, no conceder regalos defensivos, generar muchísimo más en ataque, encontrar la mejor versión de aquellos futbolistas (no muchos) que pueden marcar la diferencia y además, vistas las frivolidades de un veterano y un capitán las dos últimas jornadas, dejarse de niñerías. Todo lo demás suena a mensaje vacío, sin contenido. Más de lo mismo tras seis meses de reiterados descalabros.
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Ordenados, concentrados, activos y preparados. En cuestión de segundos Pellicer recitó el sábado, en su comparecencia ante la prensa, los objetivos que deben cumplir los futbolistas esta noche. Habló de tomar cada jugada «como si nos fuera la vida en ello» y de «desbloquear la mente». Vista la respuesta ofrecida hasta ahora, parecen demasiadas peticiones a sus pupilos, pero no queda otra que comenzar a hacer partidos completos para ganar, aunque sea por la mínima.
Con Escassi mermado pero dispuesto a participar y con las ausencias de los sancionados Burgos y Luis Muñoz, el Málaga tiene también la opción de meter al Zaragoza en la pelea. El rival no puede despistarse, aunque con Fran Escribá ha encontrado cierto orden –fruto de ese 4-4-2 con el que en ocasiones apenas expone para asegurar al menos un punto– y, al menos, no tiene la sequía goleadora con la que llegó al duelo de la primera vuelta. El equipo malaguista afronta el partido más dramático de los últimos 25 años porque el inminente calendario lo obliga a no fallar.
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