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El Málaga se repite en este arranque liguero. Su horquilla de resultados resulta previsible: triunfo por la mínima (en Santander), derrota por la mínima (en Gerona y ante el Almería) o empate a un gol (contra Las Palmas y Rayo y en Miranda de ... Ebro), en un síntoma claro de que el funcionamiento defensivo está siendo correcto, que hay un claro déficit goleador y que es una víctima clara de la igualdad imperante en la categoría.
«Hemos podido ganar los cinco partidos», sentenció el técnico malaguista, Víctor Sánchez del Amo, en la previa del duelo ante el Rayo. No le faltaba razón al madrileño, aunque quizás también faltó decir que se han podido perder todos. La sensación se repitió este martes, cuando por segunda jornada seguida el equipo dilapidó un gol de renta y se dejaba dos puntos en liza, vitales para el despegue y para ganar en tranquilidad.
La sensación no es nueva. En un torneo de 42 jornadas, se cuentan con los dedos de una mano los triunfos o derrotas amplios del Málaga en la campaña anterior. Entonces Muñiz y, más tarde, Víctor, contaban con una de las mejores plantillas de la categoría, pero eso no le privaba de la experiencia de ganar muchos partidos sin jugar bien o con escasos merecimientos (aquel 0-2 en Zaragoza fue quizás el exponente más claro) o incluso de perderlos sin haber opositado para ello (como en el 0-1 del Mallorca al final de la temporada). Sendos 3-0 al Córdoba, el Elche y el Tenerife, un 1-4 en Alcorcón (en el estreno de Víctor) y el recordado 0-3 del Reus fueron las excepciones a la norma, los únicos tanteos amplios.
La historia se repite. Cada una de las seis citas celebradas esta campaña se han resuelto favorable o desfavorablemente para el Málaga por pequeños detalles, algunos en contra del equipo, como aquel error de Diego González en la salida del balón ante Las Palmas, la pérdida de Benkhemassa que origina una transición rápida del Mirandés en Anduva, la falta de vigilancia de los 'carrileros' (Cifu y Juan Carlos) en el gol del Rayo, la escasa presión sobre re Borja García (que filtró el pase de gol a Stuani) en el primer tiempo de Montilivi, y el flojo rendimiento defensivo de los dos 'pivotes' titulares ante el Almería (Rolón o Boulahroud) al retroceder para recuperar posiciones o presionar a tiempo.
Curiosamente, también la sensación fue de cierta injusticia en el que ha sido el único triunfo, el logrado en el estreno en Santander (0-1), con un Racing que agobió de una forma clara a su rival en el arranque de la segunda mitad aunque sin tino en la definición, pero aquel Málaga tuvo el mérito de pelear en el filo del alambre en un segundo tiempo en el que alineó sólo siete profesionales. Así las cosas, el denominador común de las seis actuaciones del equipo ha sido su falta de continuidad en los partidos. Buenos primeros tiempo y reanudaciones no tan óptimas, o viceversa, lo que le ha impedido redondear hasta ahora un buen resultado.
El principal problema, más allá de que el nivel de la plantilla no alcanza al del anterior curso, es que al cuerpo técnico le resulta muy complicado llegar a estas alturas de la temporada a un punto máximo de rendimiento. Han coincidido numerosos factores para ello, sobre todo el hecho de que la plantilla se terminó de cerrar muy tarde, después de que se hubieran celebrado tres jornadas. Durante el verano hubo mucha incertidumbre sobre las salidas y no se inscribieron fichajes hasta el ultimo día de mercado, pero el de tres jugadores de coste bajo, y alguno incluso sin llegar en su mejor estado de forma.
Por si no fuera bastante y pese a contar con sólo diecisiete profesionales en la plantilla, el 'virus FIFA' dejó sin cuatro jugadores a Víctor (Munir, Mikel, Juanpi y Keidi) en el derbi ante el Almería. Así las cosas, ha resultado harto complicado dar continuidad a una alineación o a un esquema táctico, aunque en los últimos partidos comienza a consolidarse el trabajo con una defensa de tres (o de cinco cuando el equipo no tiene el balón y retrocede).
Lo único positivo para Víctor ha sido la buena actitud del grupo, que se ha sabido sobreponer a las dificultades y se exprime en cada compromiso, y que las lesiones no se han cebado con el equipo. De hecho, ahora están todos disponibles salvo Dani Pacheco, con una lesión muscular. Este percance y los vividos por Luis Hernández (sufrido antes de la pretemporada) y Lombán en sus rodillas han sido los únicos de consideración hasta ahora.
Con cinco goles en contra (nunca más de uno por partido), el Málaga no presenta un mal rendimiento defensivo, pero los cuatro a favor (dos de Adrián y uno de Sadiku y de Cifu) sí resultan claramente deficitarios, así como el bagaje de puntos (seis de dieciocho), nueve menos que hace una campaña y con el riesgo de acercarse peligrosamente a la zona de descenso coincidiendo con la etapa reina del calendario, pues los siguientes rivales son el Albacete (sábado, a las 20.30), el Sporting (domingo 29, a las 12.00), el Zaragoza (jueves 3 de octubre, a las 19.00), el Huesca (domingo 6, a las 20.00), el Cádiz y el Deportivo.
La exigencia del calendario se suma al problema de las rotaciones. Víctor trabaja con 17 profesionales, pero apenas cuenta con Rolón y Keko, y cuando se celebran jornadas entresemana se incurre en el riesgo de cansancio si no hay cambios suficientes en los onces. La apuesta por canteranos está limitada. El tope en el once sería de tres, porque llegar a reunir a cuatro implica incurrir en un peligro inmediato de alineación indebida en caso de expulsión de un profesional.
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