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En esta Liga que, como no se cansa de repetir Sergio Pellicer, es «una montaña rusa», el Málaga parece haberse adaptado casi desde el principio ... a las especiales circunstancias derivadas de la pandemia, que se suman a las peculiaridades de una categoría y un campeonato tan imprevisibles como apasionantes. Anímicamente el empate a dos ante el Lugo supo a victoria (tras un 0-2 en contra y con uno menos), pero numéricamente también implica un dato valioso: el equipo ya ha igualado la cifra de puntos obtenidos la pasada temporada en la primera vuelta cuando aún faltan seis jornadas para el ecuador el torneo.
Es llamativa la unánime conclusión que se hace desde cualquier punto de España sobre el rendimiento del Málaga en estos poco más de dos meses de competición. Los elogios son constantes tras la reestructuración en verano, un caso sin precedentes en el fútbol español (más que nada, porque fue obligada por la encrucijada económica, y no por el anhelo de pergeñar un nuevo proyecto deportivo). Que con todos los acontecimientos vividos durante el mes de agosto –básicamente, los nubarrones por el ERE a la plantilla– y que con tantas altas en el grupo –la mayoría, además, con la Liga ya comenzada– el equipo disfrute de una cómoda posición clasificatoria despierta continuas loas. Acostumbrado desde primera hora a superar obstáculos, el sábado por la noche el conjunto blanquiazul dio otro ejemplo de que a orgullo y convicción pocos le ganan.
Mientras el aficionado mira inevitablemente hacia arriba y sueña con un billete para los 'play-off', en el vestuario se valora más el crecimiento en la ventaja respecto a la zona de descenso, hasta llegar a los 11 puntos de la jornada pasada (cuando se había alcanzado el primer tercio del campeonato).
El punto frente al Lugo supo a mucho, pero sirvió además para alcanzar los puntos obtenidos la campaña anterior en toda la primera vuelta (ocupó entonces la decimosexta plaza). Es decir, el Málaga va seis jornadas por delante, lo que supone un dato suficientemente elocuente, máxime con el condicionante de que sólo se mantienen dos profesionales en el plantel un año después (Lombán y Benkhemassa).
Como el inconformismo inoculado por el cuerpo técnico en los jugadores es absoluto, todos asumen que la asignatura pendiente está en La Rosaleda, con sólo dos triunfos en siete encuentros (el equipo no lo ha conseguido en los cuatro últimos compromisos). Todos en la plantilla coinciden en valorar que en una situación normal, con público, el Málaga tendría «mucho mejor balance» como local.
Y si en el pasado ejercicio el objetivo se alcanzó tras mostrar en muchos encuentros la solidez necesaria para compensar la preocupante falta de gol, en el actual las cifras en ataque no son precisamente negativas. De hecho, el equipo sólo se ha quedado sin ver puerta en cuatro de los 15 encuentros y destaca el detalle de que el Espanyol fue el único de los últimos diez rivales que acabó imbatido. Eso sí, la eficacia es muy alta porque no se generan excesivas oportunidades.
El Málaga ya acumula 14 goles, ninguno de penalti, con lo que ha superado la cifra de tantos marcados en jugada en toda la primera vuelta pasada. Entonces su balance era pobre, con 17 dianas, con el añadido de que cuatro de ellas se habían producido merced a lanzamientos desde el punto fatídico (dos de Adrián y dos de Sadiku). Además, hasta nueve futbolistas ya han visto puerta, otro detalle que invita al optimismo.
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