La piña de los malaguistas, con Ricca en la zona superior, tras la consecución del 2-0 el sábado ante el Gimnástic de Tarragona. Ñito Salas

Un Málaga a ritmo de ascenso

Culmina el primer tercio liguero con 29 puntos, lo que lo llevaría a 87 al final, cifra que asegura el objetivo

Lunes, 19 de noviembre 2018, 01:18

El escenario cualquiera lo hubiera firmado a mediados de agosto, cuando el avance inexorable de los días amenazaba seriamente a la dirección deportiva y, por ende, a las expectativas del cuerpo técnico y las ilusiones de la masa social malaguista. El Málaga ha concluido el primer tercio liguero con 29 puntos y pendiente de un partido esta noche para conocer si como segundo de la tabla (es preciso que el Deportivo no gane en Almería).

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Su ritmo es de ascenso, pues lo catapultaría a 87 al final del torneo, una cifra que siempre ha permitido lograr el objetivo. Es más, con el actual sistema de puntuación y en una competición de 22 conjuntos, sólo un equipo sumó más de 87, el Deportivo de la Liga 2011-2012. Aunque la sensación es la de que el Málaga está entre un pelotón de equipos con una diferencia mínima de puntos y que si mantiene su ritmo actual sería incapaz de ser perseguido por el resto. Por tanto, el balance –más allá de la clasificación y atendiendo a la lógica de su entrenador, Muñiz– es que el equipo salda hasta ahora consobresaliente una fase del campeonato en la que sólo hay que «posicionarse».

Un estilo definido

Lo mejor que se puede decir del Málaga es que es un equipo reconocible, que sabe a lo que juega. La plantilla cree en el plan de Muñiz, que puso las cosas claras desde el verano a un vestuario en el que casi la mitad del mismo protagonizó un importante ridículo deportivo el curso anterior. Este Málaga, al que muchos rivales respetan por su nombre, jugadores y estilo, puede gustar más o menos, pero apenas protagoniza altibajos en su caminar.

Siete partidos sin encajar

Van catorce jornadas y el Málaga dejó la puerta a cero en siete de ellas, en la mitad. Una de las claves del éxito es la solidez, en un equipo que ha partido con un cuarteto defensivo y dos 'pivotes' muy definidos, un entramado sólo roto por las lesiones y sanciones. Cifu dio paso a Iván, que le desbancó cuando ya estuvo a punto el granadino, pero Luis Hernández (de baja hasta enero), Pau Torres (el único que lo ha jugado todo), Ricca, Adrián y N'Diaye han sido indiscutibles. Y al margen de ellos, la presión colectiva y la solidaridad del grupo hacen que los rivales no sólo tengan difícil marcarle al Málaga, sino también generarle ocasiones.

Su estilo de juego reconocible, sólido en defensa pero sin dominar la posesión, su poderío local y su contundencia en las áreas lo definen

Sin dominar la posesión



Al Málaga no le ha hecho falta dominar claramente la posesión del balón. Eso no fue óbice para que ejerciera el control de la mayoría de partidos. Sólo en tres de los catorce tuvo más el esférico que su rival, pero sólo el sábado de una forma clara (72 %), porque ante el Elche (56 %, al estar obligado a remontar desde el primer tiempo) y el Albacete (53 %) estuvo muy igualada la estadística. Llamó la atención ese 33 % en el 3-0 al Córdoba, su triunfo más claro. Más allá de ser fiel a un estilo, no se conocen equipos tan bien clasificados en la primera o segunda categoría en España o fuera que cuenten con tan poca posesión de la pelota en los partidos.

Fortaleza de local

El Málaga ha sumado en casa 21 de sus 29 puntos. En La Rosaleda no se le ha ido ni uno, y con un sólo gol en contra (y de penalti). No son pocos los rivales que ven ciertamente complicado rascar algo del feudo de Martiricos.El excesivo respeto táctico de los visitantes o el oficio del Málaga con el marcador a favor han sido hasta ahora determinantes.

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Los problemas fuera

Pero el pleno de puntos del Málaga de local contrasta con su pobre rendimiento fuera, donde está sufriendo más de lo previsto. Ganó en sus dos primeras salidas con apuros (1-2 en Lugo y 0-1 en Almería) y luego ha sacado sólo dos puntos de quince. Sus números duelen menos por la compensación en La Rosaleda y el tono claramente casero que predomina en la competición, en la que casi todos tienen problemas para ganar a domicilio. El promedio de victorias foráneas en el torneo no llega al 20%.

Todos suman

El propósito de Muñiz es llegar al tramo final de la competición con todos sus jugadores en su mejor versión, capaces de aportar. No parece mal encaminado un Málaga en el que ya han jugado todos menos Andrés Prieto (tercer portero) y Torres, un jugador descartado en la planificación pero que al final se quedó al no disponer de ofertas. El técnico ha sumado a la causa a Juanpi, en la misma tesitura que la de Torres; ha logrado que se minimicen los errores de inmadurez de Ontiveros, y ha logrado que se vuelva a ver la mejor medida de jugadores no hace mucho deprimidos como Luis Hernández, Adrián o Ricca. Ha llamado también la atención del abanico de opciones en los extremos, con hombres como Juanpi y Dani Pacheco, que pueden brillar en el último pase, o especialistas más claros (Renato, Ontiveros e Hicham).

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Un descubrimiento

Si un equipo tiene un plus en su rendimiento es por la aportación de su portero y su 'nueve' titulares. Al Málaga le va muy bien de momento con Munir (y cuando se tiene que ir a jugar con Marruecos no desentona Kieszek) y, sobre todo, con Blanco, otro descubrimiento de Muñiz. Al margen de que sus cifras realizadoras no son aún apabullantes (seis dianas y sin ver puerta fuera de casa), cuentan también intangibles como su poder aéreo, su generosidad con el balón, su juego de espaldas y cómo pelea con los centrales.

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