El Málaga recupera la sonrisa en su hábitat, en La Rosaleda (2-1)

El triunfo nunca peligró para el cuadro de Martiricos, que, una vez superado el tanto inicial de Sangalli, controló el partido y, sobre todo, el ritmo al que había que moverse en el terreno de juego. Pasó de una intensa primera mitad a una segunda más serena y ventajosa. En esta ocasión el conjunto blanquiazul sí fue eficaz cara a la meta contraria y consiguió dos golazos, uno por medio del canterano Roberto (un excelente remate de cabeza) y el otro lo hizo un Paulino que está rayando a una gran altura desde el comienzo (realizó un complicado control del balón para adelantar a su equipo).

Como era previsible, José Alberto hizo rotaciones. Hizo nada menos que cinco cambios, casi medio equipo, después de la derrota en Oviedo y en una semana con dos encuentros. Mantuvo el doble 'pivote' en el centro del campo, dándole continuidad a una clara apuesta ofensiva con dos delanteros, y con Paulino y Antoñin en las bandas. El plan del técnico era el mismo, pero con un fuerte arranque, intenso y asfixiante. Sin embargo, sólo habría que esperar unos minutos para que llegaran los primeros problemas: un desajuste de la defensa permitió a Sangalli rematar en el segundo palo completamente solo para adelantar a los jóvenes del Sanse. Aparecieron de nuevo los fantasmas, las dudas, tras recibir otro tanto a balón parado.

Pero la reacción no se hizo esperar, sin que los blanquiazules se vinieran abajo en ningún momento. El empuje era espectacular hasta que sólo dos minutos después llegara el empate en una gran jugada del Málaga, con asistencia de Antoñín y golazo de cabeza de Roberto. El equipo blanquiazul fue contundente, sin permitirle maniobrar a su rival hasta que llegó la igualada gracias al gran nivel exhibido por los hombres del ataque. El partido se movía según lo previsto ante un filial, con gran ritmo, alternativas, y un juego frenético, casi loco. Estaba claro que habría más goles, aunque con el paso de los minutos era evidente que debía aparecer una cierta serenidad.

El control era ya claro del Málaga, pero con un rival muy bien trabajado y que no descartaba nada pese a su juventud. Pero un Antoñín especialmente inspirado, trabajador y brillante ofreció un nuevo pase que se convirtió en otra asistencia al adelantarse Paulino a la defensa para hacer un complicado control y batir la meta contraria. El Málaga le dio la vuelta al marcador de una forma fulgurante y, sobre todo, convincente, superando con claridad a un contrario siempre amenazante y con varios jóvenes de gran nivel. Dani Martín tuvo que lucirse en una ocasión de la Real B, que también tuvo una buena ocasión en una pérdida de Juande que finalmente acabó con un lanzamiento fuera. Paulino y Genaro también tuvieron sus opciones antes del descanso.

La intensidad y el rimo del primer tiempo era casi imposible de mantener. El partido dejó de ser frenético en la reanudación, si bien mantuvo la emoción por el triunfo mínimo del Málaga. Pero el encuentro seguía abierto y el cuadro guipuzcoano no se rendía. El Málaga no podía cerrar el partido con el tercer tanto, lo que aportaba nuevamente sufrimiento para los minutos finales. José Alberto dio entrada a Kevin y a Ramón para reactivar al equipo en los últimos instantes. Pero las oportunidades no llegaban en ninguna de las dos porterías, perdiendo profundidad y dominando las defensas en ambas escuadras.

El cansancio no permitía que las acciones fueran tan brillantes como en el primer periodo, lo que ofrecía menos peligro en las áreas, sobre todo en la malaguista, sin gran presión de conjunto vasco en busca del empate en los minutos finales. El cuadro blanquiazul llevó el juego donde quería, más tranquilo. Otro triunfo en casa (y Paulino pudo conseguir el tercero en el descuento).