«Yo a Ramón me lo llevaría a cualquier sitio porque lo tiene todo». Esa es una frase que pronunciaba la pasada campaña el primer entrenador que tuvo el Málaga, José Alberto López. Una pretemporada más, y ya es la cuarta, las expectativas de los ... técnicos –y también de no pocos aficionados– están depositadas en el centrocampista granadino. No obstante, pasa el tiempo y es evidente que esta vez es un ahora o nunca para él, el momento clave para dar el paso con el que asentarse definitivamente como un líder.
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Víctor, Pellicer, José Alberto, Natxo González y ahora Guede. Los cinco entrenadores que han tenido a Ramón a sus órdenes en el primer equipo malaguista han coincidido en las virtudes del futbolista, pero también en la necesidad de que mejorara en algunas facetas. Pellicer, el que mejor lo conocía al tratarse de un técnico de la 'casa', estaba empecinado en que fuera más vertical en las situaciones de control y pase porque el granadino siempre ha abusado del toque en corto, en horizontal o hacia atrás. La pasada temporada, ya sin el ex lateral derecho al frente del equipo, volvió a incurrir en el mismo defecto en situaciones de enorme peligro para la defensa.
Guede confía ciegamente en él hasta el punto de que no lo descarta incluso como pieza por delante de la defensa. El amistoso de hace dos semanas en Granada fue demasiado elocuente: Ramón empezó como vértice más adelantado del rombo en la medular (tras los puntas y en esa figura de '10' que tanto gusta al hispanoargentino), pero muy pronto el técnico tuvo que renunciar a esa idea. En parte fue porque el granadino sencillamente no se veía a gusto, pero también por la necesidad de tener una salida de balón más aseada. Aun así, acabó por ser el primer sustituido. En el estreno liguero se vio desplazado a la suplencia.
Que Ramón posee unas innatas virtudes en la visión de juego y en el aspecto técnico resulta indudable, pero hasta el momento se ha echado en falta una mejor ejecución en los pases, así como más personalidad para tirar del equipo. Pero, sobre todo, que sus intervenciones permitieran superar las líneas de presión del rival. En los entrenamientos, en cualquier temporada, sus compañeros se asombran del desplazamiento de balón del centrocampista, pero luego, en los partidos, en raras ocasiones se muestra con tal eficacia.
En ese afán por una mejoría de Ramón en la verticalidad del pase se trabaja reiteradamente para que sea más visible (y más dañino para el rival de turno) en los encuentros. Otro aspecto en el que se buscaba una evolución era en lo físico, y ahí no se atisban dudas: el trabajo de musculación dio sus frutos la pasada campaña y eso también ha permitido dejar en el olvido sus problemas en el hombro derecho.
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Ramón tiene por delante una campaña decisiva para su futuro y en cierto modo debe mejorar en facetas por las que sobresalen determinados compañeros en el centro del campo. Así, por ejemplo, debe fijarse en el carácter que exhibe Luis Muñoz, en la lectura del juego que posee Jozabed cuando tiene el balón –y que le permite actuar también como enlace con los puntas– y, cómo no, en la capacidad de Febas para superar líneas con la pelota en su poder o con el pase, en especial el definitivo.
Desde luego, para Ramón es un ahora o nunca después de cuatro pretemporadas con el primer equipo, un esperanzador arranque de Liga de la mano de Sergio Pellicer y las notables expectativas tanto de los entrenadores como de un buen número de aficionados. Esta debe ser la Liga del centrocampista granadino.
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