Keidi avanza con la pelota en un partidillo de entrenamiento. LALIGA

El Málaga quiere soltarse ante el Girona

Pellicer y los jugadores confían en que las buenas sensaciones defensivas de Lugo se ratifiquen con más opciones de gol esta tarde en La Rosaleda

Sábado, 27 de junio 2020, 23:59

Cuatro jornadas disputadas y ninguna victoria. Siete encuentros por delante y necesidad de obtener dos triunfos. Esos son los datos en frío del Málaga en el tramo final de la Liga más accidentada de su historia, coronavirus aparte. Luego quedan las sensaciones, ese aspecto subjetivo al que se aferran tanto los más esperanzados como los más temerosos. A mitad de camino, porque los miedos van en la mochila de todos los conjuntos de Segunda debido a la incertidumbre, se encuentran los jugadores dirigidos por Sergio Pellicer, atenazados por la escasez de éxitos (aunque el empate en Tenerife sí lo fuera por la expulsión de Keidi al filo del descanso) y al mismo tiempo ilusionados por el control casi absoluto del partido en Lugo el pasado martes. El propio entrenador traslada a su plantilla un mensaje que intenta que también cale en el entorno: el equipo debe soltarse. Y ese es el reto esta tarde frente al Girona en la desangelada Rosaleda desde las siete y media de la tarde (emitido por Gol).

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Desde luego, sobre el papel no es a priori el Girona el mejor rival para obtener un triunfo dentro del programa de siete citas restantes para el Málaga. No obstante, pese a su envidiable potencial, el cuadro catalán está muy descolgado de la zona de ascenso directo (es quinto a nueve puntos) y su único objetivo a estas alturas es asegurar su plaza de 'play-off'. Y aunque la diferencia entre las plantillas es abismal, resulta elocuente que en estas cuatro jornadas celebradas sólo haya visto puerta en la última, contra un Numancia de momento en caída libre.

Capacidad para sobreponerse

En el Málaga son demasiadas las preocupaciones, pero también las certezas. Y la principal pasa por la aptitud del equipo para sobreponerse a todo y a todos desde que empezó la temporada. Quizá por ello cuando llega el momento de mayor exigencia y también la hora de la verdad, en la que cualquier tropiezo puede ser fatal, se ha producido en el vestuario una conjura general. Pero no cabe duda de que el éxito dependerá de la capacidad de Pellicer para convencer a los jugadores de que deben aislarse de las críticas y las dudas, de que la responsabilidad es únicamente imputable al entrenador.

En cualquier caso, el verdadero problema del Málaga no está exclusivamente en la cabeza. Ni mucho menos. Es, sobre todo, cuestión de idoneidad futbolística. Los miedos atenazan, sí, pero también el corsé de las propias limitaciones. Fue más que evidente en la última cita en casa, frente al casi desahuciado Extremadura, en una segunda parte en la que el equipo se descompuso con los zarpazos de su rival. En Lugo fue otro cantar. Pellicer protegió al equipo con una defensa de tres centrales (la baja de Luis Hernández se deja notar en demasía) y gracias a ello consiguió lo que puede ser el primer paso: crecer de atrás hacia adelante.

Mantener la puerta a cero

Porque mantener la puerta a cero se antoja vital en esta fase decisiva de la temporada. Ahora más que nunca, ante la dificultad de ganar que encuentran los veintidós equipos de Segunda, un punto tiene un valor incalculable. Por eso en el vestuario existe otra certeza: la permanencia pasa por acabar imbatido el mayor número de partidos. A partir de ahí, con dos 'carrileros' y un centro del campo que blinde al trío de defensores, se confía en que los futbolistas de ataque –en particular, Juanpi, Tete y Sadiku– den con la tecla. «Hay que soltarse», es una frase repetida hasta la saciedad por el entrenador castellonense durante estas semanas. El Málaga debe dar un paso al frente y no puede demorarlo más. Ante el Girona la exigencia será máxima.

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