La involución del Málaga lo sitúa ahora lejos de los números de la temporada anterior

Cuando el equipo estaba sancionado por LaLiga a tener sólo 18 jugadores profesionales y la plantilla era totalmente nueva y estaba sustentada por el peor presupuesto de la competición. La previsión de progreso era obligada porque la vigente temporada ha supuesto casi duplicar los recursos de la pasada.

En cambio, el Málaga ha sufrido una involución y el planteamiento del club ha fracasado. Solo una milagrosa recuperación puede corregir una trayectoria que presenta un final de temporada cargado de suspense y sufrimiento. Así lo dio a entender el propio entrenador del equipo por el momento, Natxo González, tras la derrota contra el Huesca.

Afirmó que el equipo llevaba ya tiempo involucrado en la zona baja de la clasificación y que no habrá tranquilidad hasta el final. La curva de rendimiento del equipo apenas da señales para pensar lo contrario ni siquiera entre los más optimistas. Con los números en la mano, las posibilidades de que este equipo, más allá de que consiga al final la superviviencia en Segunda, empeore los resultados de la campaña 20-21.

Para igualar al equipo de Pellicer, la actual plantilla deberá sumar más de la mitad de los puntos que quedan en juego en LaLiga. El conjunto blanquiazul acabó el curso pasado en la duodécima posición con 53 puntos y ya llevaba 45 en la jornada 33ª. Por estas mismas fechas, el Málaga del año pasado se debatía entre la continuidad de Pellicer y pensando en positivo ante las expectativas de crecimiento.

Ahora cuenta con 37 puntos y el riesgo de quedar a solo un partido de ventaja sobre el descenso, si pierde contra el Girona este viernes y la Real Sociedad 'B' consigue ganar al Alcorcón después. Un miedo escénico en ciernes. En total, el Málaga actual debería sumar 16 puntos más de los 27 aún en juego hasta la conclusión del torneo. Una utopía a tenor de las sensaciones que transmite el equipo en estos momentos, el cual ha sufrido un retroceso del efecto del nuevo entrenador con las dos últimas derrotas consecutivas y un insólito problema para hacer goles.

Este registro no era destacable en la anterior temporada (acabaron con solo 37 tantos a favor), pero la contención defensiva (precisamente recibió 47 en 42 jornadas, los mismos que lleva acumulados en 33 partidos) y actitud con respecto a esta carencia era otra. Esta vez supone un complejo que atenaza a los jugadores.

Se pudo comprobar con el desplome que sufrió el equipo tras los goles recibidos en un corto tramo del inicio de la segunda parte. La media hora larga posterior fue un sufrimiento colectivo en La Rosaleda. Un tiempo en el que los incrédulos quedaron convencidos de que el proyecto de esta temporada va a terminar dando más dolores de cabeza que hace un año.

Estas dudas eran precisamente las que se querían evitar con una plantilla más amplia y más presupuesto, pero el reparto del gasto dejó las fuerzas nuevamente a un nivel similar. Mirar al calendario que le queda al equipo no ayuda para generar optimismo, por más que esta plantilla haya dado mejor imagen contra rivales teóricamente superiores que frente a otros por debajo suya. Para empezar, el viernes tendrá que evitar ante el Girona la derrota a toda costa.