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El Málaga se ha acostumbrado a vivir en el 'año de la marmota'. La eternización del proceso judicial impide crecer al club, anclado en una ... situación permanente de interinidad que conlleva ir por detrás de muchos de sus rivales. Sin embargo, al contrario que los dos veranos anteriores –ya bajo la tutela de una administración judicial con el objetivo de poner orden en una entidad a la deriva y camino de la desaparición–, en esta ocasión la falta de una estructura lógica y acorde a las necesidades del fútbol sí supone un obstáculo en la planificación de la plantilla. Representantes y jugadores muestran ahora más dudas y aluden a que no perciben un proyecto consolidado y con la ansiada estabilidad por parte de los profesionales.
No se trata de la administración judicial en sí, sino de esa maraña que envuelve al Málaga por cuestiones accionariales y las acusaciones a los Al-Thani, que, independientemente del desenlace del 'caso BlueBay', mantendrían la mayoría de la propiedad. Si el proceso en sí ya resulta una cuestión farragosa para los aficionados blanquiazules, se antoja más complicado de explicar a las personas ajenas al día a día de la entidad de Martiricos. Y en primera instancia, a representantes y jugadores. El boca a boca funciona en el mercado para bien y para mal. Para bien, porque se sabe que en La Rosaleda no existe riesgo de falta de cobro precisamente por esa intervención a cargo de José María Muñoz (que debe rendir cuentas ante la jueza María de los Ángeles Ruiz), y para mal, porque circulan los comentarios respecto a las dificultades para crecer, para aspirar en condiciones normales a algo más que una permanencia holgada y, en definitiva, para codearse con los mejores de la segunda categoría.
Esa es la realidad del Málaga, lastrado por una interinidad que va a prolongarse al menos seis meses más (hasta alcanzarse tres años consecutivos) por la renovación automática de la administración judicial. Agentes y futbolistas recelan de que en un momento determinado esa cierta estabilidad institucional (que no deportiva) varíe por alguna sentencia durante la temporada y acabe por arrastrar al equipo a causa de los vaivenes en la dirección del club.
Comienzan a perjudicar los comentarios respecto a que el Málaga sólo puede aspirar en condiciones normales a una permanencia holgada
Los planes del Málaga –esto es, de su dirección deportiva– parecen definidos en lo que respecta al perfil de los objetivos marcados para conseguir en el vestuario un bloque humano de garantías, con liderazgo, personalidad y una combinación de veteranía y juventud. Ya de salida el club cuenta con la desventaja de que no puede competir en el plano económico con diversos rivales. Porque si bien se ha alejado del precipicio de la disolución al que parecía abocado apenas unos días antes del confinamiento por la pandemia (merced a la venta de Antoñín y después a la liquidación vía ERE de casi todos los jugadores), cada año en Segunda implica más riesgos mientras otros clubes cuentan con la ventaja de la compensación por el descenso desde Primera, pergeñan proyectos ambiciosos tras el ascenso de la Primera RFEF o varían su estatus con la llegada de nuevos inversores. La paradoja es muy evidente: el equipo más apetecible en el mercado, con un margen de crecimiento al alcance de casi ningún otro por el peso de la ciudad y la provincia, está cerrado a cualquier cambio accionarial mientras la madeja judicial no comience a desenredarse.
A esa inferioridad económica se suman las incógnitas y la incertidumbre en el mercado. Pese a que el 'factor Málaga' vence por goleada por el reseñado peso de la ciudad –que siempre ha permitido convencer a agentes o jugadores dubitativos–, en esta ocasión la planificación de la plantilla se ha tornado más complicada. No son ajenos a ello en el seno del club y hasta cierto punto se valora que también la pésima temporada pasada obliga casi a empezar de cero, a 'vender proyecto' ante las reticencias de aquellos que figuran como objetivos primordiales para la ansiada reestructuración del plantel. Pero, por encima de todo, es la eternización del proceso judicial, esa situación de permanente interinidad, la que supone un obstáculo cada vez más difícil de superar.
Hasta hace poco el fútbol no era negocio. Sin embargo, la gesión de LaLiga en el reparto de los derechos televisivos, el estricto control económico desde la patronal y, finalmente, los ingresos procedentes del acuerdo con CVC han provocado la llegada de distintos inversores a clubes de Primera y Segunda División. Aunque, como se suele decir, la clave es que la pelota entre, ahora se manejan cantidades que permiten construir un proyecto sólido y basado no exclusivamente en cuestiones deportivas, sino en infraestructuras e iniciativas para mejorar la imagen de marca.
De un tiempo a esta parte, mientras el Málaga sigue varado debido a la maraña judicial, hasta tres clubes de Segunda (es decir, tres rivales muy directos) se encuentran inmersos en el proceso de llegada de nuevos inversores. La experiencia podrá ser positiva o negativa y los recién aterrizados acertarán o fallarán en sus decisiones y aportarán más o menos capital, pero no cabe duda de que la ilusión en torno a esos equipos se reactiva.
El Zaragoza, el más claro ejemplo de equipo histórico que no acaba de salir de la Segunda División, cambió de manos a comienzos de abril. El día 8 se cerró la venta de más del 51 por ciento de la propiedad a un grupo de inversores liderado por el empresario estadounidense Jorge Mas, propietario del Inter Miami junto a David Beckham. Los nuevos dueños pretenden reducir la deuda (que asciende a 68 millones) para disponer de más límite salarial. El club maño pasa a ser el quinto que controla esta empresa junto al citado Inter Miami, el Millonarios de Bogotá, el Lens y el Padua.
También en proceso de venta se encuentra el Leganés, en este caso a un fondo de inversión americano, aunque en realidad el grupo presidido por Jeff Luhnow –que pertenece a la empresa Blue Crow Sports Group– ya ha tomado el poder e incluso ha elegido al entrenador, Imanol Idiakez (curiosamente, el hermano de este, Íñigo, ha sido contratado por otro club de la misma propiedad, el Cancún). Si nada se tuerce, la venta por parte del propietario, Felipe Moreno, se cerrará antes del final de este mes.
Luhnow, que se encuentra en Madrid desde el viernes, es socio del propietario del Houston Dynamo, de la MLS, y anuncia entre 10 y 12 fichajes para configurar un proyecto competitivo cara a que el Leganés retorne a Primera.
Por último, es inminente que el grupo mexicano Orlegi –que ya quiso entrar en el Zaragoza y es propietario del Atlas, el Santos Laguna y el Tampico– pase a llevar las riendas del Sporting. Según adelantó el portal deportivo de Vocento 'Relevo', la firma del acuerdo será el próximo viernes, día 24, de modo que Alejandro Iraragorri pasará a tener la gestión de la entidad después de adquitit el 72 por ciento de las acciones en poder de la familia Fernández durante más de 30 años.
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