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El viernes se cumplirán ocho meses de la destitución de José Alberto como entrenador del Málaga y el club ya va por su cuarto técnico en tan corto periodo. Al asturiano le sucedieron Natxo González y Pablo Guede, preparadores de otras características muy distintas, y ... ahora Manolo Gaspar se ha decantado por uno con amplia experiencia y habituado a sacar partido a sus equipos en Segunda División, Pepe Mel, con las espaldas anchas para llevar la pesada mochila del equipo blanquiazul en la actualidad.
Sobraban entrenadores en el mercado. La lista era amplísima, con preparadores de distintas características, estilos, gustos futbolísticos y trayectoria. No era fácil la tarea del director deportivo porque, tras demorar durante meses la oferta de renovación a Pellicer, se decidió por un técnico joven y con proyección (José Alberto), luego se inclinó por otro más experimentado y pausado (Natxo González) y finalmente quiso dar un golpe de efecto con la llegada de un exjugador malaguista («uno de los nuestros») con notoria trayectoria antes de volver a casa (al otro lado del charco) y con capacidad para recuperar la sintonía perdida entre equipo y afición. Como se puede comprobar, perfiles muy distintos que no cuajaron.
Después de haber pinchado demasiado en hueso, gran parte de la afición le pide cuentas a Manolo, que ha asumido que la situación es tan grave como la pasada temporada cuando contactó con Guede aún con Natxo González en el cargo. Entonces el desplome se antojaba imparable y el Málaga se veía al borde del abismo, asustado por la caída a la 'Segunda B de Rubiales'. Ahora también han saltado todas las alarmas. Las cinco derrotas en los seis primeros partidos hacen que ni siquiera en caso de victoria frente al Villarreal B el próximo sábado pueda salir de la zona de descenso. Queda mucha Liga, eso es incuestionable, pero el Málaga necesita comenzar a ganar (no vale empatar) para no meterse en el mismo jardín que el Zaragoza hace dos años, cuando sufrió hasta finales de enero para huir de las arenas movedizas. De ahí la apuesta por un entrenador como Pepe Mel, capacitado de sobra para lidiar con la presión actual y que ofrece garantías a priori para una recuperación a corto plazo.
La confección de la plantilla tampoco ayuda porque la falta de futbolistas de banda es un lastre que no se puede corregir hasta el comienzo de la segunda vuelta -no está en el guion incorporar a algún parado- y ahí Manolo cree que al elegido el traje le va a quedar bien. Mel es un técnico que en su carrera ha sacado rendimiento a futbolistas interiores situados en las bandas (Pedri es el más claro ejemplo reciente) porque no les exige virtudes de extremo (encarar, profundizar o centrar), pero sí los prepara para que acompañen al lateral o al medio punta en el objetivo de crear situaciones de superioridad numérica en la banda. Y así es más fácil 'colgar balones'.
Luego está la urgencia. La realidad es que a día de hoy al Málaga sólo le vale ganar y eso pasa obligatoriamente por conseguir la firmeza defensiva de la que ha carecido con Guede. Más que distribución numérica (4-2-3-1, 4-4-2, 4-3-3 y demás), la prioridad pasa por recuperar la solidez. Y a partir de ahí crecer. Y en la búsqueda de equilibrio es obligado reconocer que tampoco sobra velocidad. Es decir, de un lado se requiere jugar con las líneas juntas, pero por otro, no muy lejos de la portería rival porque la plantilla no está sobrada de contragolpeadores ni de especialistas en una presión intensa, sino de futbolistas dotados para la posesión y el fútbol combinativo. Y sin olvidar que está muy justa de efectivos por fuera para surtir de balones a Rubén Castro o a Fran Sol, lo que obliga a ser certeros en evitar las pérdidas de la pelota. Ahí Mel también sabe moverse bien porque trabaja de forma extraordinaria las transiciones calibrando bien los espacios que pueda permitir el rival. Si se analiza su trayectoria, sus equipos siempre han destacado por un fútbol vistoso, pero siempre desde una cierta estabilidad defensiva.
Queda claro, por tanto, que sus prioridades pasan por recuperar la firmeza defensiva, conseguir más juego exterior y encontrar equilibrio. Esto es, las tres carencias más graves en la etapa de Guede. Pero además conviene no olvidar otro aspecto crucial: la confianza de los jugadores. En los últimos partidos se ha podido constatar el abatimiento o la impotencia de los jugadores debido a un estilo que no casaba con sus virtudes y nada más comenzar a torcerse las cosas. Aquella frase de Bustinza pidiendo «simplificar las cosas» no puede caer en el olvido porque Pepe Mel siempre hace crecer a sus equipos desde lo básico.
Por otro lado, tampoco cabe llamarse a engaño: Mel es un entrenador carismático en la categoría. En este punto vence por goleada a los que han sido sus tres antecesores en el banquillo malaguista en menos de ocho meses. Es fácil quedarse con los réditos que supo sacar al fichaje estelar este verano, Rubén Castro, cuando coincidieron en el Betis, pero los jugadores habituados a esta categoría -que no son pocos en la actual plantilla- saben que conoce a la perfección qué se debe hacer en Segunda para no fallar. Lo primero para el nuevo entrenador blanquiazul será 'limpiar las cabezas', poner orden en el campo y, cómo no, aprovechar que ahora llegan tres partidos frente a equipos ascendidos. En realidad, Manolo Gaspar ha querido apostar sobre seguro por un entrenador especialista en el corto plazo.
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