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Desde la temporada 1997-98 no competía el Málaga fuera del fútbol profesional. La peligrosa espiral a la que está abocado el club, judicializado sin fecha para ver una luz al final del tenis, ha devuelto al equipo al fango, a las cloacas, impropias de ... una entidad que representa a la sexta capital española y que es una de las dos únicas europeas por peso demográfico sin conjunto en una de las dos primeras categorías del fútbol nacional. Los más jóvenes aficionados en la Costa del Sol no recuerdan algo así, pero es una travesía que podría reforzar al malaguismo cara al futuro, un periodo que sirve para comprobar también quiénes son los aficionados que de verdad disfrutan de los éxitos y sufren de las decepciones a las que conduce el cuadro blanquiazul.
En este cambio de hábitat el Málaga ha tratado de hacer tabla rasa, aunque el seguidor local hubiera querido una limpieza total respecto a los años de fracaso. Un ERE condujo a la salida de medio centenar de empleados. Con una estructura más delgada continúa el administrador judicial, José María Muñoz, apoyado en un director general, Kike Pérez, y un nuevo director deportivo, Loren Juarros, un histórico del fútbol español que tras una exitosa década de labor en la Real Sociedad trata de reproducir el modelo en Málaga: cantera y la cartera sólo para casos excepcionales. La apuesta puede ser irreprochable, pero el tiempo dirá si tiene traslación al sur y si el periodo necesario para la implementación de este proyecto no está reñido con las urgencias del club.
El resultado es que el Málaga ha renovado casi de forma total la plantilla. De los artífices del descenso sólo siguen tres profesionales: Juande, que emergió con fuerza desde la cantera, pero se ha estancado por constantes lesiones; Genaro, uno de los señalados desde la grada tras el descenso, y Ramón, el único jugador que no llega con el alta médica al arranque de la competición mañana.
El club no ha emprendido una revolución total, al cerrar de momento diez fichajes, cifra inferior a la esperada, y apoyarse en la cantera. El mensaje de Loren Juarros siempre fue transparente. «No vamos a traer a nadie que no mejore lo que hay». En este sentido, tras una oleada inicial con seis refuerzos, el reloj del mercado se detuvo para el Málaga. La prioridad estuvo en los dos puestos clave, la portería y el goleador, y ahí es donde todo hace indicar que hubo más tino, con la llegada de Alfonso Herrero y de Dioni, un delantero de cifras realizadoras contrastadas durante años en el tercer escalón del fútbol nacional y, para más señas, malagueño.
Porteros: 1. Alfonso Herrero y 13. Carlos López
Defensas: 2. Gabilondo, 3. Bilal, 5. Juande, 4. Galilea, 20. Nelson Monte, 15. Andrés, 14. Víctor García y 18. Dani Sánchez
Centrocampistas: 16. Genaro, 6. Ramón, 23. Luca Sangalli, 8. Juanpe, y 22. Dani Lorenzo
Extremos: 11. Kevin, 21. Juan Hernández, 10. Larrubia y 7. Haitam
Delanteros: 17. Dioni, 19. Roberto y 9. Loren
Canteranos: 25. Murillo, 26. Moussa,27. Jesús, 28. Rafa, 29. Izan Merino y 30. Adrián
Cuerpo técnico: Sergio Pellicer (entrenador), Manolo Sánchez (segundo entrenador), Julio Rodríguez (preparador físico), Francisco 'Caco' de la Torre (preparador de porteros), José Antonio Lizana (readaptador),José Miguel Escobar y Kiko Lacomba (fisioterapeutas), Raúl Iznata (delegado), Miguel Zambrana (utilero) y Pablo Campos (médico)
Junto a ellos llegaron el lateral derecho Jokin Gabilondo (Real Sociedad B), el central zurdo Einar Galilea (Istra croata), y los interiores Luca Sangalli (Cartagena) y Juanpe (Lugo). Pese a la capacidad de seducción indudable de un Málaga que no hace mucho más de una década estuvo a segundos de clasificarse para las semifinales de la Champions, la realidad es la que es, y ha costado convencer a futbolistas de primer nivel de Segunda. El riesgo de dejar el fútbol profesional es evidente, máxime si el Málaga no logra regresar a él a las primeras de cambio.
Tras más de tres semanas sin noticias hubo un goteo con cuatro nuevas incorporaciones, las de los laterales zurdos Víctor García y Dani Sánchez (que regresa a casa), el extremo Juan Hernández y el central luso Nelson Monte, la única incorporación foránea y de un mercado exterior, a lo que apenas recurre la entidad en los últimos años. A día de hoy se confía en la llegada de otro extremo (Franchu) y, quizás, de un delantero, si es que hay posibilidad de encontrar un 'mirlo blanco' en esa posición en las últimas horas del plazo.
El Málaga no se ha vuelto loco en contrataciones y el precedente de las últimas campañas invita a la cautela y a rehuir de juicios apriorísticos. El acierto de los fichajes vendrá dado por la competición. En el entorno sólo cabe un objetivo, el ascenso, reengancharse cuanto antes a un marco profesional, pero es precisamente el valor de las malas experiencias del pasado lo que impide a ninguno de los protagonistas que saltan al terreno de juego verbalizar esta meta. Se impone la humildad y el trabajo diario que se encarga de fomentar Sergio Pellicer. Repitiendo la experiencia exitosa del Amorebieta de la última temporada (descendió con Haritz Mújica y, meses después, regresó a Segunda con él), el Málaga ha seguido confiando en el castellonense al frente de la empresa, ahora con un cuerpo técnico y ayudantes reducido a la mitad por las estrecheces económicas a que obliga el nuevo entorno.
Sin embargo, no le faltan argumentos a ese propósito de no vender la piel del oso antes de cazarlo. Por un lado, por cada categoría que se baja aumenta la igualdad y se reducen los futbolistas diferenciales. El valor del juego colectivo, de un estilo identificable por todos e interiorizado por la plantilla, crece. Por otro lado, la aritmética es irrefutable: hay más equipos y menos plazas de ascenso. En la 'nueva Segunda B', una Primera RFEF que afronta su tercera edición, hay dos grupos de veinte equipos con sólo una plaza de ascenso directo en cada uno de ellos. Al término del torneo regular los conjuntos del segundo al quinto de la tabla en cada 'conferencia' dirimen otras dos posibilidades de subir, en eliminatorias cruzadas, una vía mucho más difícil e incierta y que evoca recuerdos muy negativos en la historia del malaguismo.
Durante la pretemporada el Málaga se ha desenvuelto con un once muy definido, en el que los canteranos (entre ellos el regreso de los cedidos Kevin, Roberto, Larrubia y Dani Lorenzo) son el complemento. El panorama en el grupo 2 no muestra un camino sencillo, con filiales tan potentes como el Castilla o el Atlético B e históricos de la talla del Murcia (de Pedro León, Montoro o el último 'pichichi' de Primera RFEF, Rodri Ríos), el Castellón (primer rival, mañana en Castalia), el remozado Ibiza (de los exmalaguistas Escassi, Javi Jiménez y Álex Gallar) o el Córdoba. El ejemplo del Deportivo, rival a a batir del grupo 1 y que encara su tercer año en el fango, muestra a las claras la dificultad de la empresa.
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