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Pocas veces se ha vivido un cambio de opinión tan radical en la historia del Málaga con un portero. Dani Martín ha pasado de estar en la diana como arma arrojadiza contra el primer entrenador de la temporada, José Alberto, a ejercer de héroe con ... elogios unánimes. El guardameta gijonés ha aparecido en el momento culminante con paradas determinantes, especialmente en los decisivos triunfos en Leganés y Tenerife, para refrendar que, pese a sus dos operaciones de rodilla, mantiene las cualidades que llevaron al Betis a pagar cuatro millones por el entonces internacional sub-21.
De entrada es obligado incidir en un detalle: Dani Martín no fue un fichaje exclusivo de José Alberto pese a que ambos coincidieron en el Sporting. En realidad la dirección deportiva buscaba un guardameta llamado a ser titular después de que Sergio Pellicer hubiera alternado bajo los palos a Soriano y Dani Barrio la temporada anterior. El equipo encabezado por Manolo Gaspar tenía varios nombres encima de la mesa desde que se hizo evidente la imposibilidad de seguir contando con Soriano y uno de los más interesantes era el portero perteneciente al Betis. Y aunque el entrenador elegido para esta campaña lo veía con buenos ojos, las gestiones se demoraron más de lo deseado.
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En el club se pretendía que Dani Martín llegara a tiempo para empezar la temporada porque de salida él era el titular. El fichaje se anunció el 31 de julio, dos semanas antes de que comenzara la Liga, y además el cancerbero arrastraba molestias, a lo que se sumó un positivo por Covid. De este modo, comenzó bajo los palos Dani Barrio aunque para el entrenador (y para los responsables deportivos del Málaga) no había debate: el portero cedido por el Betis había llegado para ser el titular. El cambio se produjo al primer error de su compañero, en el segundo gol en Almería, y rápidamente surgió cierto runrún.
Casualidad o no, con él bajo los palos durante la etapa de José Alberto el equipo mantuvo su puerta a cero en seis ocasiones. Y ya nadie lo recuerda, pero dos semanas antes de la humillante derrota ante el Ibiza realizó una parada portentosa, plena de agilidad y reflejos, en el último suspiro en Alcorcón, lo que permitió asegurar tres puntos muy valiosos.
En cierto modo la situación de José Alberto arrastró a Dani Martín. Primero, porque el técnico se vio engullido por una dinámica adversa que ponía en tela de juicio las opciones para acceder a los 'play-off' (ahora el objetivo es la permanencia), y después, porque posiblemente la apuesta por un fútbol más arriesgado para tratar de subsanar las carencias goleadoras acabó por pasar factura.
El relevo parecía cantado con la llegada de Natxo González. El vitoriano, que demostró no tener un conocimiento exhaustivo de la plantilla, optó por el camino fácil: prescindió de Dani Martín para evitar críticas y apostó por Dani Barrio, este también apoyado por cierto sector del vestuario por su condición de capitán. El descalabro del equipo fue absoluto en la segunda etapa y, lo que es peor, las mismas grietas de la última etapa de José Alberto quedaron patentes con su sustituto... pese a que el único reto de este era mantener la portería a cero.
Llegó Pablo Guede y tampoco sorprendió su decisión de repescar a Dani Martín. Había visto en directo o diferido todos los partidos del Málaga y tenía claro su guardameta titular. Otra cuestión es que Dani Barrio cometiera un error de bulto en casa contra el Huesca que dio alas a un rival que, por oportunidades claras, pudo emular al Ibiza. Conviene recordar que en el siguiente partido, en Gerona, aún seguía Natxo González en el banquillo cuando el acuerdo con el hispanoargentino ya se había producido 48 horas antes.
Desde el primer minuto de la 'era Guede' Dani Martín ha sido una pieza fundamental por más que el técnico siempre haya tratado de evitar poner el foco en las actuaciones del guardameta. Pero el balance es incontestable: él ha sido clave en que el equipo haya dejado su puerta a cero en tres de los seis encuentros con el hispanoargentino en el banquillo y en todos ha ofrecido alguna intervención de mérito.
Aun así, de conseguir la permanencia (objetivo ahora más cercano), siempre quedarán en el recuerdo la parada de Dani Martín en Leganés en la jugada previa al 0-2 y las tres realizadas en Tenerife –especialmente la primera, en un tiro a bocajarro de Enric Gallego– para obtener un triunfo crucial. El meta gijonés ha pasado de repudiado a héroe y ha demostrado que ni la dirección deportiva ni José Alberto estaban equivocados.
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