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Una victoria y cuatro derrotas. El pésimo balance del Málaga en el arranque de Liga nada tiene que ver con las expectativas que se habían generado por la llegada de determinados jugadores. No es el peor comienzo de la historia blanquiazul en Segunda División a ... tenor de los números, pero sí en función de la plantilla configurada porque en 1958 y 1991 las circunstancias eran más adversas.
Nadie podía imaginar que el Málaga concluiría el primer mes de competición en la zona de descenso. O lo que es peor, sólo por encima de un equipo. La afición ya pidió hace dos domingos, tras la derrota frente al ascendido Albacete, la marcha del entrenador, Pablo Guede, y también (aunque en menor medida, es cierto) la del director deportivo, Manolo Gaspar. En los dos precedentes referidos el técnico de turno no llegó a la sexta jornada (Carlos Iturraspe en 1958 y Abdallah ben Barek en 1991).
Precisamente el peor comienzo se corresponde con la última temporada del Club Deportivo Málaga, la 91-92, con descenso a Segunda B y posterior desaparición por la deuda de 2.500 millones de pesetas (15 millones de euros). El equipo sólo sumó un empate en las cinco primeras jornadas, pero conviene recordar que entonces la situación era caótica. Los graves problemas económicos impidieron la llegada de fichajes de nivel, los mejores jugadores se marcharon, hubo que apostar por una remesa de canteranos que pagaron la novatada y, encima, la directiva presidida por José Toboso no quería a Ben Barek como entrenador por su afinidad con el expresidente José Pardo. La continuidad del hoy consejero consultivo obedeció más a la clasificación para la promoción de ascenso, frente al Cádiz, que a una convicción en su trabajo. Como es sabido, tras el tercer encuentro llegó José Luis Monreal, y ya en la segunda vuelta, Antonio Montero 'Nene'.
El segundo peor comienzo a efectos numéricos se produjo en la temporada 1958-59 y también en descenso. En este caso, a Tercera División, categoría a la que retornó después de 14 años. No estaba el Málaga entonces para grandes desembolsos o apuestas de calado y además se pagó el fracaso en la política de fichajes. Meliá y Yuste, que habían entusiasmado a los técnicos en la promoción con el Castellón, jugaron a la postre sólo 10 y 4 partidos de Liga, más o menos como Juanele (12) y Espina (4). Sólo Ares, cedido por el Atlético de Madrid, fue titular en un equipo lastrado por el grave error de dejar a un lado la 'malagueñización'. Al final pasaron por el banquillo blanquiazul hasta cuatro técnicos: Carlos Iturraspe, Chales (eterno salvavidas), José Valera y Eduardo Rubio. El balance de dos empates y tres derrotas le costó el puesto a Iturraspe, apuesta personal del presidente, Julio Parres, quien ya lo había tenido como técnico en el Atlético de Tetuán. Hubo que esperar a la séptima jornada, en casa contra el Tenerife (precisamente el próximo rival del Málaga), para saborear el primer triunfo, por 3-0 con goles de Mangüi, Pipi y Carrillo (este, de penalti). Ni siquiera los fichajes posteriores de Américo y Ben Barek bastaron para enderezar el rumbo. «Apoteosis del fracaso», fue el titular de SUR después de que en una asamblea el 30 de junio de 1959 en el Málaga Cinema, en la plaza de Uncibay, Parres fuera recibido con aplausos y luego saliera a hombros de los aficionados…
Por último, queda otro precedente con sólo tres puntos en las cinco primeras jornadas, aunque conviene aclarar que después de tres empates y sólo dos derrotas. Sucedió en la campaña 80-81, que ha quedado en el olvido por los éxitos de las tres siguientes de la mano de Antonio Benítez. Pero es justo incidir en que las bases de aquel equipo triunfal (como bien solía recordar el ya desaparecido entrenador blanquiazul) se pusieron un año antes, con Ben Barek como entrenador y él como segundo. De nuevo los problemas económicos acuciaban al Málaga, pero además internamente prevalecía el convencimiento de que un buen número de futbolistas de la cantera constituían una hornada extraordinaria que podía permitir un salto de calidad. El comienzo de aquel ciclo no pudo ser más desalentador, con tres puntos en cinco partidos y anclado en la zona de descenso. Pero el cuadro malaguista encadenó dos victorias y un empate que liberaron a aquellos jóvenes futbolistas. Al final del ejercicio acabó sexto, a sólo tres puntos del ascenso.
Ahora, con cuatro derrotas, el panorama es sombrío para un Málaga que apenas cuenta con precedentes numéricos tan decepcionantes. Eso sí, en ellos se había configurado la plantilla con enormes dificultades cuando este verano sí se ha podido hacer con más margen de maniobra para no deambular por el sótano de la clasificación.
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